¡Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor y más dolor! -le decía el Dr. Fargas al tendero.
¡Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor! Su mente es la de un niño de seis años. No puede decir otra cosa, no puede actuar otra cosa. Hay que entenderlo al pobre hombre, toda una vida de lujos, nacido en una cuna de oro, con solícitos sirvientes alrededor, listos para arrastrarse ante el pedido insolente. Hay que entenderlo al pobre hombre.-
¡Pero usted!- El tendero cabizbajo no podía dejar de guiñar el ojo lloroso y como se ponía nervioso con el relato del doctor, el ojo rebelde lloraba cada vez más y se ponía más brillante.- ¡Pero usted!- repitió el tendero completamente fuera de sí, -¡Un amigo de toda la vida! ¡Un gran médico como usted echado de la casa, del lecho de enfermo!-
-¡Expulsado! -gritó el doctor Fargas indignándose a medida que el Tokaj se le iba subiendo a la cabeza. -¡Una persona de mi prestigio, con un buen nombre que mantener, arrojado a la calle como un sucio ladrón, todo por no saber como calmar el dolor de los bastonazos recibidos. ¡Más me duele a mi el orgullo y no digo nada! Les dijo que fueran a buscar un... ¡verdadero médico! ¡Un verdadero médico! ¿A caso mi dinero no vale?
-No se preocupe doctor -El tendero y su ojo ya no tenían remedio alguno -Acá vale su dinero y su saber. -dando con este comentario por cerrada la conversación mientras el doctor Fargas con el corazón roto se zambullía en el último trago de Tokaj antes de quedarse dormido.
-¡Tráiganme un verdadero médico, me muero de dolor! -gritaba desde hace tres días, Dániel Döbröghy acostado en la cama, boca abajo, envuelto en un camisón de hospital.
-¡Un verdadero médico!¡Uno alemán!¡Uno del ejército alemán! -gritaba Döbröghy y los sirvientes se afanaban alrededor de la cama, y su guardia personal salía a los caminos, a requisar pueblo por pueblo de todo su gran feudo, a descubrir donde se ocultaba un médico verdarero, alemán y del ejército, como mandaba Dániel Döbröghy. Y como mandaba Dániel Döbröghy, los sirvientes y soldados encontraron a un doctor, uno alemán. ¡Del ejército Alemán!
-¡Al fin, Doctor! -gritó Dániel Döbröghy, todavía boca abajo y con camisón de hospital.
-¡Capitán Doctor Herr P. W. L. Griesselich al que le molesta terriblemente que lo saquen de la cama, sobre todo cuando no es su cama ni su mujer!- contestó, prácticamente gritó el médico.
Döbröghy sopesó las cosas. Estaba acostumbrado a que todos en el pueblo respondieran a sus caprichos sin la menor queja, exceptuando aquel episodio poco feliz por el cual se encontraba en la cama, aquel pastor de gansos a quien había mandado a apalear por insolente. A Dániel Döbröghy el solo recuerdo lo exasperaba pero prudente pensó que quizás no era tiempo para la exasperación, frente a un severo capitán médico del ejército alemán recién sacado de la cama. Tiempo de prudencia más bien.
-¡Todos fuera! -gritó el doctor -¡Todos fuera! ¡El caso es gravísimo! Gravísimo... tengo su autorización supongo...- mirando a Döbröghy y al ayuda de cámara alternativamente. Döbröghy asintió al ayuda de cámara.
-Necesito... -empezó el médico mientras caminaba por la habitación -¡qué dilema para algo tan grave...! Necesito... -sin dejar de caminar -¡Necesito...!
-¡Por Dios Hombre! ¿Qué necesita? -preguntó Döbröghy preocupado por la expresión del médico.
-Necesito: Abelia, Budleia, Calicanto, Sabina, Carisa, Ceanoto, Celinda, Citiso, Coronilla, Matalauva, Datura, Perifollo, Albahaca, Durillo, Feijoa, Gardenia, Hamamelis, Jaras, Lantana, Violeta y Lentisco. Lilo, Mahonia, Margaritero gris, Mirto, Osmantus, Pitosporo del fresco, ni se les ocurra traerlo seco porque se me muere en dos segundos, Retama de olor, Alhelí, Rosa, Laurel, Sáuco, Sauzgatillo, Viburnum, Romero de interior, Ajedrea de jardín, Ajenjo ¡y por Dios no se lo tomen!, Melisa, Menta, Estragón, Aliso marítimo, Calistemon, Apio de monte, Caléndula, Mejorana, Capuchinas, Santolina, Cilandro, Ruda, Eneldo, Espliego en compresas, Dama de noche, Geranios de olor, Hinojo florecido, Lavanda sin sus abejas, Manzanilla, Margarita del Cabo, Cebollino (puede reemplazarse con verdeo), Marrubio, Matricaria chamomilla, Angélica, Milenrama, Orégano, Perejil, Salvia, Cantueso, Sanguisorba minor, Santolina, Tomillo y Verbena de España, ninguna otra variedad me es útil. Tienen cuarenta y cinco minutos para traerme los elementos o el paciente morirá indefectiblemente.
-Pero no se como nos arreglaremos para conseguir todo esto -dijo el ayuda de cámara completamente consternado.
-Envíen a los soldados, a los sirvientes, a todo el pueblo, ¡muévanse! ¡rápido!, ¡Ahhhhhhhhh... pero antes aten a Döbröghy a la cama, así como está, boca abajo. El tratamiento es muy doloroso, si se mueve se muere así que átenlo fírmemente.
Y así salieron, corriendo los sirvientes por los bosques, buscando plantas, irrumpiendo los soldados en consultorios y hospitales, requisando cuanto fuera ligeramente parecido a los ingredientes solicitados, con tanta dedicación, esmero y apuro que ya no quedaba ninguno cuando el severo capitán doctor se sacó el falso bigote, el saco y con la sonrisa de un pastor de gansos veinticinco veces levantó la vara bajándola secamente sobre la espalda del ya maltrecho Dániel Döbröghy.
¡Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor y más dolor!
Monday, September 10, 2007
Segundo Repago
Publicado por Gilgalad en 9:54 AM
Etiquetas: Ludas Matyi
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3 comments:
Me encanta la enumeración de elementos imposibles. El dolor. El médico alemán: todo tiene un color de tragicomedia surrealista. Y el dolor repetido como un mantra. Y la venganza. Muy bueno.¡Un verdadero médico, uno alemán! No sé por qué, pero me doblé de risa con eso.
Se ve que en la lejana Hungría un médico alemán tiene la confiabilidad de una puta brasilera.
Esta pieza bien podría integrar la historia universal de la infamia de JLB.
Aguardamos la tercera entrega con impaciencia.
La venganza mueve al mundo.
Se ve que en la lejana Hungría un médico alemán tiene la confiabilidad de una puta brasilera.
Esta pieza bien podría integrar la historia universal de la infamia de JLB.
Aguardamos la tercera entrega con impaciencia.
La venganza mueve al mundo.
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