Iba en busca de mi coche. No sé de donde salía. El caso es que el coche estaba en la paralela a Marqués de Urquijo. Parece ser que era sábado por la noche. Había bastante gente en la calle. Bastante tráfico. De improviso, un coche que iba anómalamente despacio, se acerca por la calle perpendicular a las dos. En él, asomado por la ventana del coche, cintura para arriba iba un hombre de camisa y pantalón negro pelo rapado. Con el brazo Levantado, gritaba “fuera los negros de España“. Le escuchaba como si llevara un altavoz. Alrededor del coche otros tipos vestidos al estilo de la banda de la naranja mecánica caminan a ritmo por la vereda de la carretera.
Esa situación me causó intranquilidad, pero de momento no tenía miedo. Pensé que tan sólo era una protesta de extrema derecha. El tema se torna dramático cuando los tipos vestidos de blanco con sombrero negro y taparrabos de plástico se abalanzan sobre un chico de color y empiezan a darle patadas y porrazos con bates de béisbol hasta dejarle moribundo. Miro alrededor, me entra el pánico y veo que no soy una excepción. Todos nos asustamos al unísono y empezamos a huir. Busco con desesperación la calle donde se encuentra mi coche. No la encuentro. De nuevo me fui en dirección contraria, pienso para mi. Se oyen gritos y veo skins por todos los lados. Tengo miedo. Miro mi aspecto; chaqueta universitaria, levis y Chuck Taylor. No voy a tener problemas. Aparentemente. Intento tranquilizarme, para mi no tiene sentido correr; tengo que aparentar tranquilidad; al fin y al cabo soy un puto blanquito rubio con pinta de teddy bear. Intento no mirar para atrás.
En ese momento veo un chico que va delante mía, lleva una sudadera con capucha, y la lleva puesta, sobre la cabeza. Me fijo n su cara. Dios Mío, pienso para mi, pues me doy cuenta que es moro. El se gira y me ve, y me pide ayuda, me dice que por donde podemos ir.
El miedo es tremendo, pero la necesidad de ayudar por alguna razón, que no acabo de entender, es mucho mayor. Le digo que corramos calle abajo, el peligro parece mas lejano ahora. Nos perdemos y acabamos como dentro de una obra ¿Cómo hemos podido llegar allí? No me lo puedo creer, no puedo ser mas idiota.
En caso de un ataque extraterrestre quizá sea el mayor lugar para esconderse, pero como nos vean ahí los skin heads pueden hacer lo que quieran con nosotros sin ser vistos por nadie. Por un momento me doy cuenta que es imposible que vengan hasta acá, que en seguida estarán lejos y todo quedará en una terrible anécdota NO obstante, estamos nerviosos. Mientras la situación me supera, intento buscar una salida y no la encuentro, en el lado contrario esta en barranco como si de las Vistillas se tratara.
Es inútil, les veo llegar. Dos de ellos nos encuentran, sin dudarlo uno se abalanzan sobre el chico marroquí. El tipo tiene la cara pintada como si fuera el joker y con una navaja le abren el cuello al instante, veo la sangre brotar pero no la cara del chico pues me pilla de espaldas. Deseo con ilusa esperanza que el navajazo no haya sido mortal. ¡Hijos de puta! Que impotente me siento, no puedo hacer nada y sólo rezar porque mi aspecto me salve.
En ese momento el otro se me acerca, me extraña ver que es cuarentón, tiene la cara marcada y con una gran cicatriz. Me mira. Me doy cuenta, en ses momento que ni un caperuchón del KKK me salvaría, esta claro que si no me mata me va a joder sin consideración, sonríe y me pregunta:
- Y tú, ¿qué piensas de los negros?
En ese momento me despierto, gracias a Dios porque iba a responder:
- Qué todos somos iguales ante los ojos de Dios.
3 comments:
Mamma mia, que ritmo! Es cinematográfico 100%.
Yo, que no había leido el título, pensé que se trataba de un realísimo encuentro con la maldad en uno de sus paseos nocturnos.
Relato tan feroz como atractivo.
Está muy bien nachete. Hay que rajar, hasta donde te den las piernas. Y si no, morir de atropellada, como Brutus.
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