Qué importa la langosta
su vuelo rasante
o el de sus parientes.
Qué importa la lata de sardinas.
Qué importa el comedor atestado de dientes
salvo por el ruido que hacen al masticar, que desarma el sueño limpiando ladrillo por ladrillo.
-Cerrá la boca al masticar- gritaron los patriarcas y siglos después gritaban sus mancebos.
-Cerrá la boca al masticar- gritaban, hablaban unos contra otros con palabras que mordían un hombro, una pierna, con dignidad de canibal.
Esa boca negra de loba romana.
De hijo de loba romana.
Qué importan esas cabezas de barro
esas monedas, esas oraciones
ese trato
qué importa si es justo o no.
Qué importan esos laureles que flotan en el puchero o adornan la cabeza
de hijo de loba romana
sin intencionalidad de verte.
Qué importan las golondrinas
si vuelan norte o sur
o sur-suroeste
buscando la suerte.
Qué importa ese bocado de cecina si te estira algunas horas.
Qué importa la luna
ese queso redondo y estúpido
que de miserable ni huele.
Ese queso adorado durante años.
Ese queso triste que estira algunas horas.
-Corten la luna- dijeron.
-Trinchen el pavo. Qué grite. Qué grite el pavo.-
Lo colgaron de las tripas. Quedó ahí toda la noche alumbrado por el queso estúpido del cielo.
Verdaderamente
lo único digno de ver
es un árbol.
Friday, December 21, 2007
Romulus et Remus
Publicado por Gilgalad en 7:39 AM
Etiquetas: Poemas del Placard
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1 comment:
Impecable Gilga, todavía me pregunto que importan esos laureles que flotan en el puchero o adornan la cabeza de hijo de loba romana.
Que paralelismo impresionante.
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