Saturday, September 29, 2007

Johnny Winter, Madrid 2007


En el Olimpo de los Dioses de la guitarra rock se encuentran Jimmy Hendrix, Duane Allman y Frank Zappa. Sólo queda un Dios en la tierra, ciego, anoréxico, encorvado, viejo y sentado; ese viejo de cara simpática y aspecto delicado es Johnny Winter.

Alvin Lee, Jimmy Page, Jeff Beck, Mayall, Clapton deben rendir pleitesia al último Dios vivo. Merece un gran homenaje antes de que nos deje. Espero que lo hagan algún día. Según me voy haciendo mayor, me hago mas mitómano y tengo que reconocer que mi principal motivación para ir a ver a Johnny Winter es estar cerca de un dios. Le esperaba torpe, aburrido y con una cobertura de otros guitarristas para no tener que hacer un esfuerzo innecesario.

El local estaba espectacular, se mezclaban los viejos rocketas con los más auténticos sureños con camisetas de Molly Hachett. Las camisetas dicen mucho, y ahí estaban estampadas bandas como Allman Brothers, Cream, Black Crowes, Rolling y otras más. Aquello daba esperanzas de que se fuera a encontrar un público colaborativo.

Media hora después de lo anunciado un tipejo con inconfundible acento tejano nos pregunta si estamos preparados para recibir a Johnny, empiezo a sentir la emoción… que se alarga pues en la prímela canción no está el albino sifilítico.

Primera canción, me sirve para ver que no está mal la banda, el segundo guitarrista parece correcto; buen ambiente, alguna rubia de Austin, esto promete. Cuando termina, el segundo guitarrista desaparece. Como si para el fuera un pecado tocar junto con un Dios. Y el mismo texano que nos animaba al comienzo del concierto, está llevando hacia el escenario como lazarillo del ciego, a un Winter en las últimas.

Se sienta, inconfundible sombrero, sonrisa sureña y tatuaje eterno. El bajista marca el ritmo y veo un interminable dedo corazón surfear por el mástil de forma prodigiosa. Es el Johnny de siempre. Juro que en ese momento se me sube toda la sangre en la cabeza y me da ganas de llorar de emoción.

Lo demás es una experiencia increíble. No para un segundo en 60 minutos; el segundo guitarrista aparece un rato en una canción y sólo sirve para saber la diferencia de lo humano y lo divino. El bajista se pierde por tres veces (y era un virtuoso) con los cambios de escala de Winter. Una vez se le acerca a y le escucho claramente que le dice que si ha cambiado a “F”, y después de un instante de confusión le retoma; pero es increíble ver la cara de admiración del propio bajista cuando aquello sucede. Al final de la canción se le acerca y le da una palmadita de enhorabuena.

Sólo echo en falta su slide, todavía no ha tocado la guitarra con él, e imagino que con la edad es muy complicado seguir teniendo la técnica del apagado de cuerdas. Siempre que veo a Joe Walsh tocar el slide me pregunto que si no tendrá complejo de que no le llegue a la suela del zapato a sus mayores como fueron Duane y el mismo Winter.

Se van del escenario, yo ya había gritado varias veces (en vano imposible escucharme), Johnny play the slide” y si no me entendía con el alternativo “play the bottleneck” Cuando salen para unos bises, el culmén llega. Toca el maravillo highway 61 con slide y dos canciones más sin abandonar el tubo. Los que estamos allí no podemos creer lo que estábamos viendo y escuchando.

Johnny Winter en aquel septiembre del 2007 nos había ofrecido una experiencia única que nunca olvidaré y por lo que estaré eternamente agradecido. Ahora ya te puedes ir al trono que te tienen reservado tus amigos Hendrix, Zappa y Allman.

Friday, September 28, 2007

Umaga

Thursday, September 27, 2007

OJOS AFILADOS


Los 263 pobladores de Cuchillo-Có miraron deambular su sombra maltrecha durante días. Buscaba una salida a su infierno en cada una de las vueltas a la plaza principal, confiado en vencer la terca exactitud del cuadrado. Pero la plaza era un mal lugar para encontrar cualquier cosa que no fueran almas en pena. No era casualidad que 263 pobladores la llamaran el cementerio; los juegos que todos ellos trajinaron en su infancia se apoyaban sobre las sesenta tumbas de los fundadores.

“No nos da miedo”, dicen sus hijos “todo lo que hacemos es jugar, no los molestamos”.

Miedo les da el viento que sopla eterno y sepulcral por la pampa, sin detenerse jamás en ese pueblo. Ya es costumbre que las palas de los municipales, durante las obras de mantenimiento, choquen tenaces contra las tapas de los ataúdes, obligando al Ingeniero Solari a rediseñar los planos para esquivar féretros y lápidas.

Cuando los faroles apagan con sus luces sórdidas las últimas líneas de un sol que languidece, a esa hora fúnebre, conviven en las hamacas, los vivos y los muertos. Nadie pudo decirle a Johnnie porqué la plaza se devoró al cementerio, y los cadáveres se adueñaron del pueblo. Nadie en Cuchillo-Có se lo cuestiona.

“Acá no hay trabajo, chico, hay ocupaciones. Podes ir a dar una mano en el frigorífico de chanchos, tal vez Suárez te tome de peón.” Le advirtieron en las calles cuando pedía una moneda o un trabajo. “Preparan buena comida al mediodía”

Pero Suárez lo encontró muy liviano para cargarse los chanchos al hombro.

“Te hacen falta 30 o 40 kilogramos, lo siento. Tal vez puedas ayudar a Tresdientes a alimentarlos. El chiquero queda en esa dirección. Diez al día mas comida y un catre en el galpón.”

No estaba mal para distraerse con algo mientras ordenaba su confusión. Al menos no tenía que pensar en otra cosa que no fuera buscar maíz en un silo alejado, y caminar doscientos pasos para tirarlo en los comederos de aluminio. Cientos de chanchos se apiñaban a sus pies por una colocación digna frente a las chapas desvencijadas. Agachaban las cabezas y se iban agolpando por un lugar a tiro de grano. Lo escuchaban caminar a lo lejos y comenzaba el amasijo. Luego limpiaba y acomodaba lo poco que se puede acomodar en un chiquero.

A media tarde avanzaban los verdugos. Elegían las víctimas desde el alambre y hacían cuentas de los chorizos que se podrían sacar del animal. “Noventa y tres chorizos y diez morcillas, reservando la panceta.” Decía uno. “Yo digo ochenta y dos, apostemos”

Hacia el patíbulo partían con la bestia, que ignoraba su destino. Johnnie los veía alejarse sin decir una palabra. Tresdientes apenas soltaba una lágrima, pero al otro día se daba una vuelta para buscar algún chorizo. La apuesta quedaba resuelta cuando la faena cortaba el amanecer.

Wednesday, September 26, 2007

Feliz Cumpleaños de un pescador ilustre.

Felicidades Gilgalad, Leandro, Caffa, Leo, o lo que lo mismo a mi hermano porteño que tanto quiero y aprecio.

Tuesday, September 25, 2007

Chinasky



there is enough treachery, hatred violence absurdity in the average
human being to supply any given army on any given day

and the best at murder are those who preach against it
and the best at hate are those who preach love
and the best at war finally are those who preach peace

those who preach god, need god
those who preach peace do not have peace
those who preach peace do not have love

beware the preachers
beware the knowers
beware those who are always reading books
beware those who either detest poverty
or are proud of it
beware those quick to praise
for they need praise in return
beware those who are quick to censor
they are afraid of what they do not know
beware those who seek constant crowds for
they are nothing alone
beware the average man the average woman
beware their love, their love is average
seeks average

but there is genius in their hatred
there is enough genius in their hatred to kill you
to kill anybody
not wanting solitude
not understanding solitude
they will attempt to destroy anything
that differs from their own
not being able to create art
they will not understand art
they will consider their failure as creators
only as a failure of the world
not being able to love fully
they will believe your love incomplete
and then they will hate you
and their hatred will be perfect

like a shining diamond
like a knife
like a mountain
like a tiger
like hemlock

their finest art

Los Únicos que mi Martillo Aguanta

BEAUX-ARTS APARTEMENTS
307-310 EAST FORTY-FOURTH STREET
NEW YORK
Murray Hill 4-4800 JOHN M. COBDEN, MANAGER



Nueva York, 21/3/34

Querido Ñato Defino.

Aprovecho la circunstancia de que Carlitos te escribe para adjuntarte yo también una hoja acusando recibo de tu gentil carta y deseando que pronto nos encontremos para bien de todos...(¡¡) Recién (3 de la mañana de un Miércoles frío) se va Carlos y he quedado solo en el bulín, después de terminar la carta que te envía hemos estado soñando un poco y chamuyando de lo merecido que tendríamos (sobre todo él) un poco de suerte y que el verano próximo estemos en La Multata, gozando de fresca viruta y preparándonos para ir a Maroñas a ver cómo se traga el Villanueva o el Internacional “Explotó”. Ya veo el final, “Explotó” o mejor dicho “Silencio” que entra al “pessage” con Legui en el lomo y traído de las riendas por Carlos y de la cola por mí, tal será mi entusiasmo, entusiasmo bien fundado si se quiere, ¡¡hace tanto que vengo masticando ese momento...!

Mi “martillo” me recomienda hace un instante que vuelva a recordarte de que vengas bien calzado, yo –si no fuera mucha molestia- te encargaría dos comisiones, la primeras que veas a mi viejita antes de venirte y la segunda que me traigas dos pares de zapatos de la casa Araña, Corrientes al lado del cine Astro, que son los únicos que mi martillo aguanta, te diré que hoy mandé a poner media suela y taco a unos caminadores bastante reos y me cobraron Dlrs 2.50 casi ¡¡DIEZ MANGOS...!! Por eso prefiero comprármelos nuevos, a mí ya me manyan en esa casa, cuando digas son para ese “mozo alto” guitarrista de Gardel te darán hasta un par de cordones y calzador de yapa.....!!!!!).

Necesitaría un par de charol para smoking, es decir para todo servicio y un par crema para hacer juego con el color de la funda de los sillones que adornan mi pieza... esto, aunque parezca joda es la pura verdad, hay que cuidar el detalle, en este momento dejo liberado de su prisión a mi martillo (base de todos los chimentos pedicuristas) y campaneo el interior de mi botín para ver el número que está sobre una etiqueta. Yo necesito lo siguiente:

Cremas Art. N° 1005, H.26, N° 45, Ancho 5 o 5½ mejor.

Charol. Art. No sé; H. 26, N° 45, ancho 5½. Está demás que te garanta la devolución de los cincuenta pesos enseguida de poner pie a tierra americana, pero viejo te garanto que en esta tierra donde hay tan ricos sandwichs y enormes manzanas al horno no hay una horma de botín que pueda competir ni remotamente para nuestros “pieses”, así que no te vengas sin tu correspondiente colección de “Guantes” lo mismo para los guitarristas. Tampoco tengas esperanzas de encontrar Agua Colonia ni bidets, el bidet aquí es una guitarra sin mango, estas macanudas hijas de Tío Sam critican a las francesas por el continuo uso del bidet y francamente no sé cómo se las arreglará el speaker Riverol para sus gárgaras...(!)

Che viejo, tengo vehementes deseos de verlos a todos aquí, de laburar, de colaborar en algo, francamente no sé si todavía soy gil, pero, carajo, no puedo estar así, hoy me he dado cuenta que no serviría para empleado de la Defensa Agrícola. Bueno viejo, creo que para dentro de un mes estaremos todos en una mesa y charlaremos largo y tendido, saludá en mi nombre a tu mamá, Adela y demás amigos; te recomiendo veas a mi vieja que está algo enferma, asegurale que para Agosto estaremos todos en Buenos Aires, esa piadosa mentira la hará dormir más tranquila estos meses que faltan, vos bien sabés que es lo único que tengo y si no sirvo para hacer feliz a ella sería mejor no existir. Un fuerte abrazo de tu amigo



Petto.

Mi mamá vive: calle Martínez Castro 633 y mi tío a media cuadra, Tandil 3936. Te pongo las dos direcciones para que tu ida a la Pampa no sea estéril, si no la encontrás en una casa es porque está en otra. Tomarás en Corrientes y Montevideo el colectivo blanco N°2 y te bajás en Juan B. Alberdi al 3800 y a treinta metros de allí está la casa de mi vieja. Si se lo avisás por carta dos días antes diciéndole día y hora de tu visita, es muy probable que la encuentres sin falta.

Monday, September 24, 2007

W. H. Auden



















Abruptly mounting her ramshacke wheel
Fortune has pedaled furiously away.
The sobbing mess is on our hands today

Montando abruptamente su rueda desvencijada
La Fortuna se alejó pedalenado furiosamente.
La llorosa ración queda hoy en nuestra manos

La Casa de Mamá






El Mudo se levantó temprano ese 29 de Julio del 27 y con lagañas en los ojos se empapó la cara en la palangana de losa y fue a sentarse a la mesa del comedor.

Saludó a la vieja y para no hacerla sufrir se bebió de un trago el café con leche. Había estado de farra por el centro hasta las dos y el sueño le abrumaba los párpados. Por lo menos el café le recuperó la garganta para poder esbozar:

-¡Adios mamita! Vuelvo a comer. -y dicho esto enfiló por Corrientes hacia el edificio del mercado mirando hacia el piso, no sea cosa que lo reconociera algún bobalicón o alguna dama lo metiera en apuros ahí en su propio barrio. Desde que andaba solo por la noche había cobrado bastante conocimiento público y cada vez eran menos aquellos a los que la mala fama del Abasto los detenía en la misión de conocerlo.

-¿Conocerlo? ¿Y a qué me quiere conocer? -se preguntaba así mismo un poco congratulado y un poco incrédulo. -¡Ya ni puedo caminar por el centro sin que me empujen!

Si bien siempre había sido ambicioso, al Mudo empezaban a fastidiarle esas muestras de cariño, esa cuestión de que le mandaran flores al camarín, antes de salir a escena, tanto hombres como mujeres. No estaba acostumbrado a esos obsequios y se había contentado toda la vida con palmadas y felicitaciones que sabía sinceras, o incluso con menos, una mirada brillante de alguno de sus guitarristas o la sonrisa de Armando, que era el regalo más grande que podía recibir.

Pasando el mercado, dobló por la calle Bermejo. Al Mudo no le gustaba el nombre nuevo. -¿Quién era Jean Jaures? ¿Otro francés? -cavilaba mientras daba pasitos cortos. -Ya era suficiente con un francés. ¿Para qué dos?.

Llegó al 735 y golpeó. Del otro lado, una voz de esas de niña no tan niña. Una de esas voces dulces, cascadas. -¿Quién es?

Por unos segundos El Mudo se abatató. No sabía qué responder. No era muy habitual que esto le sucediera.

-Busco a Ramón. Ramón Gorina.
-¿Y quién lo busca?
-Decile que lo busca Carlos.

El Mudo observó la fachada una vez más. Estaba en bastante buen estado y a la vieja le iba a gustar. -Después de una vida laburando -pensó El Mudo -ni siquiera tiene donde caerse muerta. Al menos acá va a estar en su casa. En su barrio.

-Lo estuve pensando. -dijo el tal Gorina en el umbral y en camiseta. -Lo estuve pensando y me parece que por cuarenta y cinco no la largo. Por lo menos quiero cincuenta.

-Pero Don Ramón -dijo El Mudo aplicándole esa sonrisa invencible mientras para sus adentros le quería pegar un tiro -pero Don Ramón, ¡ya teníamos el precio acordado y yo tenía tiempo para darle una respuesta hasta hoy al mediodía!

El gordo en camiseta se puso serio y se tomó tiempo para meditar como le iba a hablar al Mudo.

-Mire Carlos. La verdad es que necesito la plata y la otra verdad es que a usté más temprano que tarde le va a parecer un vuelto, una sobra. Otra excusa no le voy a dar porque no tengo.

-Bueno Gorina -repuso enojado El Mudo. -Le agradezco que no me haya hecho perder el tiempo. -Pero acto seguido, cambiando el ceño fruncido por una sonrisa le dijo -Se los pago los cincuenta mil, pero cinco mil al contado, quince mil en cuatro cuotas trimestrales de cuatro mil y una de tres mil y el resto con una hipoteca de treinta mil pesos. Si está de acuerdo me telefonéa y nos encontramos hoy a la tarde en lo del escribano Bigliano.

Se dieron la mano y El Mudo dio media vuelta y empezó a caminar, otra vez mirando para abajo para que nadie lo reconociera. Esta vuelta dobló por Zelaya y caminó los doscientos metros que lo separaban de Berta esquivando cajones de verdura, bosta de caballo, carros y dependientes. Atravesó el mercado, hizo unos metros más y entró a la vivienda.

-¡Mamma! ¡Ya estoy de vuelta!

Sunday, September 23, 2007

Pumas Putos


Ya me hincharon las pelotas estos Pumas. al principio del mundial me cayeron simpáticos. Pero ahora están hechos unos putos. Por empezar están usando una camiseta de colores que no se corresponde con la bandera nacional ( y sino, miren la foto) Aparte, salen en tooodos los noticieros y tooodos los quieren mucho. Son "nuestros pibes" ; los que demuestran argentinidad y lloran mientras cantan el himno. Los que "dan todo" por el país. Unos divinos...Andáaaaaaaaaa!
Pumas putos.
¿Qué pasa? ¿No se puede reflexionar y cambiar de opinión?

Quiero una novia...

Quiero una novia de Austin
muy americana
con botas de cuero
y se las quito cuando llegue.

Quiero una novia texana
Con buenas tetas
piel tan suave como blanca
y sonrosados enormes pezones

Quiero una novia country
que escuche a Rita McEntire
y nos vayamos juntos
a bailar los martes noche.

Quiero una novia rubia
de ojos verdes y amplia sonrisa
que me prepare huevos con bacon
y me lave el pelo en el fregadero.

Quiero una novia amazona
para ir cabalgando juntos
y descansar juntos en el río
y ahí retozarnos.

Quiero una novia con sombrero
de deliciosa amabilidad sureña,
que beba "one bourbon, one beer"
mientras me besa con cariño.

Quiero una chica que nunca tuve
ni por aproximación, ni es posible,
ni siquiera por imaginación
pues no existe, ni en mi mente.

Friday, September 21, 2007

Leave the gun, take the cannoli (para Sancho a pedido)




Cannoli

I cannoli, tipici dolci siciliani del periodo invernale, un tempo venivano preparati solo in occasione del carnevale

Ingredienti
per i cannoli:
150 g di farina
1 cucchiaio raso di cacao in polvere
1 cucchiaio raso di burro a temperatura ambiente
1 cucchiaio di Marsala
1 uovo
270 g di zucchero
per il ripieno:
150 g di zucchero a velo
300 g di ricotta
100 g di zucca
cedro e scorzette d'arancia candite a dadini
50 g di cioccolato fondente
per la frittura:
olio d'oliva per friggere q.b.


Procedimento
Preparate i cannoli impastando bene tutti gli ingredienti in modo da ottenere un impasto omogeneo che farete riposare un'ora avvolto in pellicola trasparente.
Spianate poi la pasta in modo da ottenere una sfoglia non troppo sottile da cui ritaglierete dei quadrati di 10 cm di lato. Arrotolateli ora diagonalmente sugli appositi cannoli in metallo fissando gli angoli col bianco d'uovo e pressandoli bene. Friggeteli in olio abbondante, ben caldo e, appena i cannoli saranno dorati, scolateli, fateli asciugare e rafreddare, prima di staccarli con molta cura dai tubi . Preparate ora la farcia passando al setaccio la ricotta freschissima, mescolandoci poi col cucchiaio di legno 130 g di zucchero al velo. Lavorate bene l'impasto fino ad ottenere una crema soffice a cui aggiungerete i pezzetti di cioccolato e dadini di frutta candita e fate riposare in frigorifero per qualche ora.
Farcite i vostri cannoli con questo ripieno di ricotta e spolverizzateli con lo zucchero a velo avanzato.
Potete preparare sia i cannoli che il ripieno con 2 o 3 giorni di anticipo. La ricotta la conservate in frigorifero mentre i cannoli in una scatola di metallo. È basilare riempirli all'ultimo minuto altrimenti perdono la loro croccantezza.

La Presidenta: Capítulo cuarto y final



Y cayó nomás la tormenta. Tormenta de excremento cruel, mediático, rastrero. La Presidenta resultó escrachada en youtube, en formato digital, meta palo, chunga y pitorreo. En la penumbra de la imagen se veía el final de su espalda y de su vida política. La cabeza apoyada en la almohada, puesta una venda en los ojos (parte del juego erótico que la equipara, vaya paradoja, a la mismísima justicia hecha mujer) y una sonrisa sufriente, gozosa, profunda.
Su sonrisa…casi infantil, así recuerdo haberla visto en algún antiguo noticiero, inaugurando un gasoducto, tan alegre con su trajecito amarillo. Un patito parecía. Un patito lindo. Pobrecita, es como si la estuviera viendo; ella con todo su brío juvenil superando la incipiente papada, con los pasitos cortos, sus tacos, su movediza cabecita loca, su frescura. Imagínenla, o recuérdenla, como yo, y díganme si no la iluminaba un destello casi escolar desde sus ojos pícaros. Todavía le gustaban los actos oficiales, le gustaba ser Presidenta. No se había fanatizado con su verdugo chongo, para acabar, enceguecida y viciosa, cual adicta al paco. Precisamente, así se llamaba el varón que la traicionó: Paco. Y tenía el miembro grande como un burro.
En cambio el primer damo… un desastre. Nunca fue hombre. Por ejemplo, apenas circular la oprobiosa filmación de su señora en cuatro patas por todas las computadoras del país y del subcontinente, se lo veía mentir sin convicción –en el noticiero de la mañana, ahorcado por un collar de micrófonos– asegurando que las imágenes eran “apócrifas, digitadas por los mismos miserables de siempre que nos quieren retrotraer a épocas de privilegio y decadencia!!!” El estrábico bramaba siempre igual, sin imaginación, sin amor, sin swing, sin onda alguna. Nada sabía de la vida.
En cualquier caso, todo estaba perdido. Ya varios millones de compatriotas acariciaban imaginariamente las ancas eufóricas, filmadas desde arriba por un impiadoso telefonito celular. Y cual ballet macabro, al compás de esas nalgas exhaustas por youtube devoradas por millones de ojos, se desplomaba la bolsa, se vaciaban los bancos, explotaba el saqueo. El pobre y atolondrado país que casi accidentalmente había conocido una inédita prosperidad, se venía en banda. Otra vez. Como siempre.
Los medios gráficos no encontraban titular. Eufemismos. Dudas. Sólo un periódico masivo fue al frente sin ambages, con foto borrosa, coronada por la habitual letra catástrofe: “CON LA COLA SUCIA” clamó el diario del pueblo en su edición matutina.
Luego de una primera instancia de parálisis e impavidez., sí: la hipocresía mediática empezó a pedorrear su cantinela. Los “opinólogos” se rasgaron las vestiduras, por radio y muy pocos asimilaron el valor esencial del episodio. Hubo sí, un anciano periodista de Radio Nacional que supo reivindicar a nuestra heroína: “no sólo le debemos respeto a la primera Presidenta electa, sino a la primera Presidenta hu-ma-ni-za-da; esto refleja eso: hu-ma-ni-dad”.
Por su parte, el primer damo escapó del país en llamas; en avión privado rajó a Venezuela y tras breve escala le sugirieron allí que sería mejor recibido en los Estados Unidos, donde podría dictar cursos universitarios de gobernabilidad.
¿Quién desató el escarnio? ¡Claro que fue Paco, el joven semental-amante! pero sin mala voluntad. ¿Por qué? Y por qué iba ser… por unos mangos. Celular en mano todo parece tan fácil, tan dulce, tan a un tiro de distancia. Celular en mano, la vida es tentadora.
En cuanto a ella, fue, sencillamente, victima de su voracidad anal y su incultura. No era gran lectora. Sino, hubiese recordado que Oscar Wilde, sintiéndose poderoso, había jugado con fuego para acabar en la cárcel. O que Pier Paolo Passolini –otro loco, y no rockero– tras describir su vicio como “juego con panteras” terminó acuchillado por unos felinos muchachitos juguetones, en el puerto de Ostia.
La Presidenta desapareció. No se volvió a saber de ella. Hay quien dice que mora en Iquique (Ecuador) con Yabrán, Julio López y Javier Martínez. Otros la localizan en Parque Leloir, con Elvis, ahogando penas, mate de ginebra mediante. Pero vaya uno a saber…
A la distancia de los años, emociona tanta pasión, tanto deseo por parte de una primera dama que se inmoló, que se hizo romper el protocolo renunciando a la vanidad del halago multitudinario, prefiriendo, en cambio, una sola voz que la convirtiera en nadie.
Aquella Presidenta hecha trozo carne, trepanación, gozo puro, fue, en definitiva, la verdadera amante –sana, lujuriosa, viva– que nuestro pueblo nunca tuvo.

Trabajo Insalubre

Vimos un ratón que nunca se ofende
el bicho va con su cola a todas partes
sus bigotes se mueven sumisos
sus orejas hacen ejercicio.

Vimos que trabaja los sábados
para ser un ejemplo en la ratonera
porque
jamás usa guantes aunque no traiga comida a casa.

Vimos que es muy desclasado para semejante vestimenta
y tiene en claro que al jefe rata no le gustan las relaciones entre castas.
Ni en broma le gustan al jefe rata.

Vimos que piensa que es un soldado
un ratón con una misión
hará lo que le digan que haga sin la menor muestra de lucidez
entre más oscuridad .

Vimos como se inclina ante el jefe rata
hasta el punto del vómito hace malabares con el estómago
Vimos como desea complacerlo hasta entregar a sus hijos al festín
mientras se relame en la satisfacción del alma que devora.

Vimos como ya no piensa en recompensas, no lo hace por un futuro mejor
simplemente se olvidó, la dialéctica le ganó en el primer round.
Nunca más se levantó.

Vimos muerto al ratón, lo vimos pestilente,
como todo lo que fue.

Monday, September 17, 2007

BLACK JACK JOHNNIE

“Tenes suerte de poder abrir los ojos chico. Tu coche no puede decir lo mismo” Dicen que dijo la gorra de reojo mientras pedía carta. Dama de tréboles y a la bolsa, un Black Jack de los buenos, de los imbatibles. El grito dio una vuelta a la manzana y volvió a pararse en la puerta de la comisaría. La gorra le ganaba al escribiente, como siempre. Bajó los pies del escritorio, y en medio del festejo, ignoró la celda abierta. Estaba demasiado apurado metiéndose las monedas en los bolsillos.

En el camastro duro, Johnnie escuchó el susurro, vio entre sueños un techo verde agua agrietado, una bombita de luz sucia colgando, un lavamanos con una sola canilla, una ventana estrecha con gruesos barrotes, una haz de sol que penetraba la ventana estrecha con gruesos barrotes y se perdía en su cara, dándole una tibieza extraña. Apenas recordaba una banquina de álamos ralos y sus manos otra vez en el volante. Debía estar preso en alguno de esos pueblos que esquivó durante leguas. O en un hospicio, quien sabe, se preguntó Johnnie.

No adivinaba con certeza si sus huesos estaban sanos como para intentar incorporarse. Lo pensó un instante y decidió que lo mejor sería permanecer acostado un rato, escuchando, tratando de recordar. A primera vista, lo mas extraño era estar en una celda con la puerta abierta. De todas formas, la situación hizo que por primera vez en muchos días, no pensara en la Sopapa.

“Mucha suerte chico, te revisaron en el hospital pero no había camas, así que te mandaron para acá”

El mareo que sintió al sentarse no era desconocido, lo podía disimular. Vio restos de sangre en su camisa abierta, golpes en las rodillas, una venda en la frente. Todo parecía funcionar, la gorra decía lo correcto.

“Podes irte de acá cuando quieras. Te puede demandar el árbol que volteaste, pero no creo que tenga abogado. Nosotros estamos demasiado ocupados para mandar tu caso a un fiscal.”

“Ah, tus cosas están encima de ese escritorio. El coche no sirve más. Nos lo quedaremos para cubrir los costos del alojamiento.” Dicen que dijo la gorra, y se rió a carcajadas. “¿Fueron dos o tres noches Dany? ¡Pensión completa!”

No le dolió tanto el Chevy como la billetera, que apareció vacía. Ya no estaban los tres mil pesos con los que dejó Buenos Aires, y Johnnie no era hombre de tarjetas ni seguro social. Articuló su primera palabra y pudo averiguar el nombre de ese pueblo en el desierto pampeano. Cuchillo-Có.

Sunday, September 16, 2007

La presidenta: parte tercera (o “la tercera posición”)



Puesta en cuatro, en una habitación penumbrosa y de olor neutro, la Presidenta desbocaba; la dueña del poder máximo se había hartado de serlo. Prefería ser cabalgada por un muchacho que, inesperadamente, la quería. Sentía cierta piedad por la anciana desgarrada de placer que se le deshacía entre las manos, martes tras martes, Y atropellaba por detrás a su excelencia con vitalidad taurina pero caballerosidad de varón. Aquella hembra en su crepúsculo podía mensurar el valor del mimo cálido, la mano rugosa subrayando su piel en retirada. Había descubierto un manjar superior, dionisíaco: caer al llano de la humillación; cual ángel maldito que se refriega en la profana humanidad breve, mortal. Y seguía suplicando procacidades.
Así, mientras contra todo pronóstico la economía nacional devenía floreciente, mientras los conflictos se suavizaban por propia gravitación y la Presidenta comenzaba a encarnar un caso histórico que superaba toda expectativa política y social, ella perdía el interés en la gestión. Aburrida, insaciable y calentona, desdibujaba la dimensión de su figura épica en los anales y se reconcentraba en anales dimensiones descubiertas hacia el otoñal capítulo de su existencia.
Quería mandanga y no desayunos de gabinete. Fist fucking y no giras por las potencias asiáticas. Interpenetraciones recónditas y no demostraciones multitudinarias. Por eso duplicó primero y triplicó después, las citas furtivas. Empezó a gratificarse los días martes, jueves y domingos. Tendía a delegar las responsabilidades en su marido, que para entonces se había convertido en una suerte de autista boludón y jugaba encantado a ser el “primer damo”: algo innecesario. Bastaba con no estorbar. En el país, todo iba viento en popa, como nunca antes.
Lo que no sabía la señora, era que el hermetismo de aquellos encuentros había sido roto. Violado. Cerca estaban los tiempos en que sus voluptuosidades de Ícaro la desplomarían, la tumbarían, tullida de alas, en lo más hondo y álgido de la vergüenza plural. El bendito poder transversal que tanto había blasonado, la atravesaría de manera menos grata. Se venían tiempos marrones.

Saturday, September 15, 2007

Aquella Noche

Aquella tarde, Ignacio estaba todavía en el trabajo. Miró el el reloj, -faltaba una hora para el Alemania.España del Eurobasket- así que decidió apagar el ordenador y mandar al carajo el documento con el que estaba enfrascado.

Su idea inicial era ver el partido en el pub de su amigo, pero mientras conducía pensó que era demasiado coñazo ir para allá y de nuevo coger el coche después para llegar a casa. Mejor voy al bar de al lado de mi casa, donde algunas veces voy a escuchar buena música. El dueño era un tipo cuarentón de complicado pasado gran aficionado a las grandes bandas y cantantes que tanto gustaban también a él. Seguro que pasa un buen rato hablando de Van Morrison.

Cuando llegó el lugar estaba lleno, pero había justo un pequeño lugar en la barra muy cercano a la tele. Allí podría ver el baloncesto. Se fue con el periódico para leerlo en los tiempos muertos.

Nada mas llegar “Gollum” como apodaban al dueño del local le devolvió aquel increíble CD que había realizado Jerry Lee Lewis con mas de sesenta años de edad.

- Es muy bueno
- Ya te dije, el tío ha hecho un disco sorprendente y está en plena forma.

Gollum aquella noche estaba un poco mas distraido. El motivo era una chica sentada sóla.. Cualquiera, en seguida, se hubiera dado cuenta que quería ligarsela. Gollum la hablaba de un lugar de amigos suyos argentinos donde tocaban distintas músicas. La comentaba que fueran después de cerrar. Ignacio no pudo por menos que escuchar la conversación ajena porque le parecía interesante aquel lugar donde se tocaba tango, música brasileña y que no conocía.

El lugar estaba lleno, tan variopinto que se necesitarían diez páginas para describirlo. Lo importante es que el baloncesto había comenzado y la música que sonaba era Joaquin Sabina.

Un supuesto amigo de Gollum que llegó después intentó levantarle la mina de mala manera. Ignacio ya había apreciado acento portugués de ella, sin duda era brasileña, ahora entendía porque ella era algo totalmente irresistible para los machos ibéricos. Ahora comprendía el desaforado buitreo.

La situación a Ignacio le divertía. Estaba empezando a notar que ella pasaba de todos, o quizá no de todos, porque a él le miraba de ver en cuando. Esto se merecía tomarse otra copa, para que notar como crecía su ego con mas animación.

- Fernando – nombre de Gollum – ponme otro Jim Bean con Light.
- Sí, claro.

Acabó el partido y la copa. España había vencido con facilidad y la brasileña le pidió a Ignacio uno de los puritos que este fumaba. No pudo remediar “presumir” de su portugués. Y empezaron a hablar. El, de todas formas. estaba un poco distante; ella tampoco era espectacular pero superaba el umbral de decidir si se la garcharía o no.

En un momento dado, Ignacio pidio la cuenta. Gollum le invitó a la segunda copa. Como el partido estaba terminado, decidió terminar de leer el periódico. En un momento dado le preguntó por el lugar Argentino;

- Perdona te he escuchado que antes hablabas de un local con buena música en directo cerca de aquí.

. Ignacio, la verdad, es que todos los días tocan lo mismo.

Al escuchar eso, no pudo menos que reírse. Tenía la confirmación que era una excusa para poder llevarse a la chica al huerto.

La situación era la siguiente, Gollum medio derrotado por el otro amigo que se la intentaba soplar la nuca; Ignacio con ganas de irse a casa, y el levantador bastante torpe.
Por eso Ignacio decidió irse. La chica apuró su cerveza y dijo que se iba también, que le acompañaba. Ignacio no le pareció normal porque parecía que iba a ser la chica de Gollum o que caería ante la insistencia del levantador. Pero, que cojones. ellas mandan.

Ella y el se fueron juntos y quiso la vida que ella viviera en el piso de al lado, aquel piso donde vivían unos cuantos brasileños. A ella nunca la había visto, debía estar de paso. Cuando estaban en el portal, ella le dijo que si le enseñaba su casa, y él le dijo que vale. Entraron juntos, y como novela de Buckowsky tomaron una copa y follaron, a pesar que posterior a los besos y anterior al acto, ella decía que tenían que hablar más y conocerse. Pasadas dos horas él dijo que tenía que madrugar y que por eso quería acostarse; que podría dormir ahí si quería pero decidió que era mejor irse a dormir a su casa.

Antes de irse Ignacio la dijo con bastante severidad:

- No olvides que mañana has quedado con Fernando, se lo has prometido

Friday, September 14, 2007

Tercer y Último Repago

Hay veces que el amanecer de la gente no se corresponde con la salida del sol. Hay veces que el amanecer de una población es más fuerte que la salida del sol. Es el caso del amanecer de la Navidad, cuando los niños rayando la claridad se levantan de la cama para abrir los regalos, pero solo se levantan, ya que se habían despertado mucho antes de que el sol ni siquiera pensara en salir.

El día del mercado de invierno, era una de estas ocasiones. Todos los habitantes de la región, después de haberse pasado encerrados en sus casas las últimas semanas asomando la nariz apenas para buscar leña, sacaban sus productos e inauguraban la temporada de mercado. ¡Era día de fiesta! Todos los habitantes de los alrededores, incluso de los pueblecitos más pequeños y de los caseríos, se acercaban a festejar la inauguración del mercado llevando sus productos que habían dormido el sueño del invierno y a medida que el día clareaba los caminos se llenaban con el tránsito de carretas cargadas de tomates y cebollas, personas transportando jaulas con cabras y gallinas, canastas con limones, uvas, perros y gatos, corderos, cochinillos, huevos, jabalíes cazados recientemente, jaulones con pájaros, tratantes de caballos, falsos médicos, falsos curanderos, falsos adivinadores de la suerte, falsos curas, alguno que otro verdadero, osos amaestrados sostenidos por una cadena gruesa, gitanos, y decenas de personajes variopintos que provocaban un verdadero caos a medida que avanzaba la mañana.

Dániel Döbröghy se había recuperado meses atrás de sus dolores y sabía que este día encontraría la oportunidad para vengarse del malvado pastor de gansos que lo había avergonzado públicamente, que lo había hecho pelear con su amigo el Doctor Fargas quien se negaba a dirigirle la palabra y que lo había dejado en ridículo ante toda la población. Döbröghy sabía con certeza que ese día Ludas Matyi tendría que ir al mercado a vender sus gansos, por tanto había dispuesto que toda la guarnición revisara uno a uno a los que pretendieran entrar a la ciudad y de paso, recolectaba personalmente los impuestos de los granjeros. El pastor lo había engañado en dos oportunidades disfranzándose de constructor italiano y de médico del ejército alemán. Pero no lo engañaría una tercera. Esta vez Dániel Döbröghy se saldría con la suya. Estaba preparado y acechante.

Sin embargo al promediar la mañana Döbröghy empezó a ponerse nervioso. Los solados revisaban uno a uno a todos los que querían entrar pero no encontraban nada ni a nadie y no encontraban nada ni a nadie porque Ludas Matyi, que estaba allí con sus gansos, simplemente no se había disfrazado y se paseaba sonriendo, disfrutando de la situación que era por demás caótica. Los campesinos y buhoneros que venían por el camino empujaban a los que querían entrar que a su vez empujaban a la guardia de Döbröghy que empujaba hacia afuera (o al menos lo intentaba). Los revisados en el medio de ese sandwich humano se quejaban a viva voz mientras sus quejidos se mezclaban con el croar de ranas y sapos, el granznar de patos y gansos, el rebuznar de mulas y burros, el relinchar de caballos, el mugir de vacas y terneros, el ladrar de perros, el maullar de gatos, el piar de pájaros, el cacarear de gallinas, aullar de lobos y otra vez los quejidos de los empujados, que a esta hora no se distinguían para nada de los empujadores.

Döbröghy se puso más nervioso. Sabía, por su olfato para con el populacho, que esas situaciones eran caldo de cultivo para una rebelión general, más en un día con un significado tan importante. Sabía que si el pastor no era atrapado rápidamente él debería dejar el paso libre a la multitud antes que ésta se rebelara. Sabía que si hacía esto perdería su única oportunidad y entonces se afanaba en buscar con la mirada a Matyi entre los desfilantes sin darse cuenta que el pastor estaba justo detrás suyo, sonriente y sin ningún tipo de disfraz.

Sin embargo en el momento más álgido del tumulto, Dániel Döbröghy tuvo razones para sonreir cuando vió que ante una requisa un jovencito montaba un caballo y se alejaba a la carrera atropellando a varios soldados e hiriendo a otros. Y con esa sonrisa diabólica Döbröghy ladró varias órdenes y contempló con satisfacción como toda la guarnición abandonaba el retén y montando se dirigían en persecución del supuesto pastor de gansos. Hasta donde Döbröghy pudo ver, antes que el camino se adentrara en el bosque, el pastor era un hábil jinete, muy hábil, pero era imposible que se le escape a toda una guarnición de soldados que contaba con expertos hombres de a caballo. Cuando pensó en esto, Dániel Döbröghy volvió a sonreir. Sin embargo esa iba a ser otra sonrisa emífera y vivió hasta que Ludas, con una agilidad que el obeso y vacilante Döbröghy no podía igualar, lo tomó del brazo y lo metió en el cepo que estaba ubicado en el medio de la plaza del Mercado, el mismo cepo en el cual Dániel Döbröghy había soñado con poner a Ludas Matyi.

Y Ludas, en conspiración con el chico de los caballos que había servido de señuelo y ante toda la población le devolvió a Dániel Döbröghy lo que le había prometido y por última vez levantó la vara, una, dos, tres y tantas veces hasta llegar a las veinticinco. Al final el silencio cubrió la plaza y mientras los soldados fatigados volvían sin haber capturado a nadie, tan solo se escuchaba el graznar alegre de muchos gansos.


Wednesday, September 12, 2007

ETIQUETA NEGRA Y UN RONQUIDO

Actuaba ignorando que no existe un horizonte que se pueda tocar con los dedos. Johnnie castigaba al Chevy, el Chevy castigaba el asfalto, y la meta seguía alejándose silenciosa. Dejaba atrás pueblos y ciudades; paraba sólo en estaciones de servicio a tomar café y secarse los cuarenta grados en el baño con toallas de papel. No podía liberarse de la Sopapa, la escuchaba en la radio, flotaba en el aire como nubes rojas que esquivan la noche. Los talas secos eran pura espina, en medio de esos huertos marrones de tierra empujada por el viento hacia la pesadilla de cualquier sueño.

La radio buceaba estaciones de provincia, que sólo de vez en cuando le partían un rocanrol por la cabeza. Y era peor, porque la cura ya había dejado de ser una posibilidad cercana. Manejar era un antídoto pasajero para el veneno que seguía circulando por las venas. El veneno del cuerpo desmembrado, y los balazos encontrando un destino de mujer impaciente. Pudo haberse quedado en Manhattan y vaciar todas las alacenas de Nueva Jersey y alrededores, pero eligió fregar San Cristóbal y sus calles muertas. El tipo que decía ser Bob habrá colaborado con algunos disparos, pero no había forma de que la terca Sopapa no se pusiera a tiro de un revólver.

Manejó sin distinguir entre el día y la noche, la lluvia y el granizo, la niebla que todo lo oculta tras sus deseos. Manejó hasta cruzar el Río Colorado y escupir en su vientre en movimiento. Manejó hasta que su instinto le dijo basta, y supo que había perdido el juicio, y nadie podría devolvérselo. Con una claridad absoluta, se dio cuenta que podía manejar un millón de kilómetros sin dejar atrás a la Sopapa, porque la traía en el porta equipajes. Supo que no tenía forma de vencer.

Paro el auto en una banquina de álamos ralos, que no alcanzaban a dibujar una sombra. Abrió el baúl, y buscó tembloroso la etiqueta negra. No había razón para intentar otra cosa, para seguir escapando. Había llegado demasiado lejos sin sentido. Era el ruego solitario de una bestia herida pidiendo auxilio, y sabiendo que solo le darían más leña. Un castigo moderado para alguien que estaba luchando por un poco de aire que lo ayude a seguir vivo.

Fue besando el pico, atornillando con la mano el cuello de la botella, y dejando que el líquido amarillo calmara las heridas. Un estómago errante que ya no vería la luz por un buen rato.

La presidenta: Parte segunda



En esos aquelarres demenciales que impulsaban su deseo, la Presidenta era amordazada por su propia orden, para no decir cosas de las que luego pudiera arrepentirse. El amante, en cambio, estaba liberado de proferir agudas groserías mediante las cuales el encuentro cobraba estrépito y gozo. De hecho, era impelido a hacerlo. No digamos por decreto, pero sí por insinuación y recompensas. Cuanto más guarro, más propina recibía: un crédito blando por unas palabras duras. Una jubilación de privilegio a cambio de la más juvenil de las ferocidades lanzadas en cuerpo y alma.
La primera dama adoraba el mundo animal y verse aludida como parte de la rústica naturaleza: “perra”; “chancha”; “ratita”; eran sus sonidos preferidos. El amante agregaba también epítetos humillantes que la hacían corcovear “Yegua vieja” “Vaca atorranta” le espetaba, en fin…Se diría que la mandataria necesitaba compensar tanto poder con una fuerte degradación semanal.
Su amante era un valiente. Capaz de casi cualquier cosa. Pero también un buen hombre. Si por un lado se gratificaba, por el orto le gustaba dar felicidad; era expansivo, sensible, solidario. Hubiese sido un gran presidente aquel padrillo.
Es cierto que alguna perversidad escondía el hombre acariciando aquellos muslos excedidos y fláccidos que la Presidenta enmascaraba con encajes, puntillas sensuales y lengua afuera. Es cierto que mientras domaba a la sesentona le gustaba detenerse mirando los femeninos portaligas de Versace y, tras la membrana negra de las medias sedosas, los juanetes malignos de la titular del Poder Ejecutivo. Ella, en cuatro patas, apoyaba en las sábanas sus manos abiertas, repletas de anillos que arrugaban sus dedos y –aun en tan perruna posición– denotaban poder, riqueza, acaso oscuro encanto, cual Ferrari con accesorios de lujo.

Tuesday, September 11, 2007

Punto Bonus Pumas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!



La Presidenta: Parte primera







La presidenta tenía un carácter firme –“podrido” decían algunos– . Orillaba los sesenta años y sin embargo, todavía era sensual. Sus labios reforzados de botox, sus lindos ojos subrayados con rimmel, sus polleras un poquito cortas, entre otros detalles, eran motivo de calentura para más de un ministro. Qué decir del hervor uterino de ciertas funcionarias extranjeras, como aquella canciller alemana, cuadrada cual billetera y adicta a la pastelería. La bávara no podía dejar de mirar a los ojos a esa morocha madura, tormentosa e insinuante. Al conocerla, por primera vez distrajo su instinto implacable, su destreza protocolar, su olfato guerrero para política exterior.
No era cualquier Presidenta esta enfática latina, sino la primera mandataria mujer elegida democráticamente en un país de vida política rumbosa.
Un poco tirana la señora, hay que decirlo. Mucho más irritable que su marido, quien la había colocado como candidata segura al triunfo. Dicho sea de paso, ella y su esposo sólo se relacionaban en cuestiones de Estado. Habían dejado de tener contacto físico al promediar, ambos, los cuarenta años de edad.
A la Presidenta, que no quería privarse de nada, le habían empezado a gustar los asuntos fuera de Estado; las personas. En concreto, los hombres desconocidos. Cuanto menos conocidos, mejor. Había adquirido, tras los primeros dos años de gobiernos, un vicio. Necesitaba proveerse de encuentros sexualmente “duros”. Esta licencia era una suerte de compensación imprescindible. El poder no la saciaba. Estaba a punto de enloquecer de insatisfacción, como Mick Jagger. El poder ya no le servía.
Para apaciguar dicha fiebre, la Presidenta se prodigaba amantes temporales con los cuales se citaba bajo estricto secreto. Personal de inteligencia (amenaza de muerte de contrainteligencia mediante) se ocupaba de las “reuniones reservadas de seguridad nacional”. Los lugares donde se perpetraba cada deleite –una vez por semana– eran elegidos en forma azarosa por una memoria digital que incluía 200 posibles destinos amatorios y se definía por sistema “random”. Ni ella ni el masculino NN sabían dónde se produciría la íntima fiestita de los sentidos, que solía durar apenas unas cuatro horas. Horas intensas. Horas con olor a peligro. Horas rabiosas y felices.

Monday, September 10, 2007

Segundo Repago


¡Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor y más dolor! -le decía el Dr. Fargas al tendero.

¡Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor! Su mente es la de un niño de seis años. No puede decir otra cosa, no puede actuar otra cosa. Hay que entenderlo al pobre hombre, toda una vida de lujos, nacido en una cuna de oro, con solícitos sirvientes alrededor, listos para arrastrarse ante el pedido insolente. Hay que entenderlo al pobre hombre.-

¡Pero usted!- El tendero cabizbajo no podía dejar de guiñar el ojo lloroso y como se ponía nervioso con el relato del doctor, el ojo rebelde lloraba cada vez más y se ponía más brillante.- ¡Pero usted!- repitió el tendero completamente fuera de sí, -¡Un amigo de toda la vida! ¡Un gran médico como usted echado de la casa, del lecho de enfermo!-

-¡Expulsado! -gritó el doctor Fargas indignándose a medida que el Tokaj se le iba subiendo a la cabeza. -¡Una persona de mi prestigio, con un buen nombre que mantener, arrojado a la calle como un sucio ladrón, todo por no saber como calmar el dolor de los bastonazos recibidos. ¡Más me duele a mi el orgullo y no digo nada! Les dijo que fueran a buscar un... ¡verdadero médico! ¡Un verdadero médico! ¿A caso mi dinero no vale?

-No se preocupe doctor -El tendero y su ojo ya no tenían remedio alguno -Acá vale su dinero y su saber. -dando con este comentario por cerrada la conversación mientras el doctor Fargas con el corazón roto se zambullía en el último trago de Tokaj antes de quedarse dormido.

-¡Tráiganme un verdadero médico, me muero de dolor! -gritaba desde hace tres días, Dániel Döbröghy acostado en la cama, boca abajo, envuelto en un camisón de hospital.

-¡Un verdadero médico!¡Uno alemán!¡Uno del ejército alemán! -gritaba Döbröghy y los sirvientes se afanaban alrededor de la cama, y su guardia personal salía a los caminos, a requisar pueblo por pueblo de todo su gran feudo, a descubrir donde se ocultaba un médico verdarero, alemán y del ejército, como mandaba Dániel Döbröghy. Y como mandaba Dániel Döbröghy, los sirvientes y soldados encontraron a un doctor, uno alemán. ¡Del ejército Alemán!

-¡Al fin, Doctor! -gritó Dániel Döbröghy, todavía boca abajo y con camisón de hospital.

-¡Capitán Doctor Herr P. W. L. Griesselich al que le molesta terriblemente que lo saquen de la cama, sobre todo cuando no es su cama ni su mujer!- contestó, prácticamente gritó el médico.

Döbröghy sopesó las cosas. Estaba acostumbrado a que todos en el pueblo respondieran a sus caprichos sin la menor queja, exceptuando aquel episodio poco feliz por el cual se encontraba en la cama, aquel pastor de gansos a quien había mandado a apalear por insolente. A Dániel Döbröghy el solo recuerdo lo exasperaba pero prudente pensó que quizás no era tiempo para la exasperación, frente a un severo capitán médico del ejército alemán recién sacado de la cama. Tiempo de prudencia más bien.

-¡Todos fuera! -gritó el doctor -¡Todos fuera! ¡El caso es gravísimo! Gravísimo... tengo su autorización supongo...- mirando a Döbröghy y al ayuda de cámara alternativamente. Döbröghy asintió al ayuda de cámara.

-Necesito... -empezó el médico mientras caminaba por la habitación -¡qué dilema para algo tan grave...! Necesito... -sin dejar de caminar -¡Necesito...!

-¡Por Dios Hombre! ¿Qué necesita? -preguntó Döbröghy preocupado por la expresión del médico.

-Necesito: Abelia, Budleia, Calicanto, Sabina, Carisa, Ceanoto, Celinda, Citiso, Coronilla, Matalauva, Datura, Perifollo, Albahaca, Durillo, Feijoa, Gardenia, Hamamelis, Jaras, Lantana, Violeta y Lentisco. Lilo, Mahonia, Margaritero gris, Mirto, Osmantus, Pitosporo del fresco, ni se les ocurra traerlo seco porque se me muere en dos segundos, Retama de olor, Alhelí, Rosa, Laurel, Sáuco, Sauzgatillo, Viburnum, Romero de interior, Ajedrea de jardín, Ajenjo ¡y por Dios no se lo tomen!, Melisa, Menta, Estragón, Aliso marítimo, Calistemon, Apio de monte, Caléndula, Mejorana, Capuchinas, Santolina, Cilandro, Ruda, Eneldo, Espliego en compresas, Dama de noche, Geranios de olor, Hinojo florecido, Lavanda sin sus abejas, Manzanilla, Margarita del Cabo, Cebollino (puede reemplazarse con verdeo), Marrubio, Matricaria chamomilla, Angélica, Milenrama, Orégano, Perejil, Salvia, Cantueso, Sanguisorba minor, Santolina, Tomillo y Verbena de España, ninguna otra variedad me es útil. Tienen cuarenta y cinco minutos para traerme los elementos o el paciente morirá indefectiblemente.

-Pero no se como nos arreglaremos para conseguir todo esto -dijo el ayuda de cámara completamente consternado.

-Envíen a los soldados, a los sirvientes, a todo el pueblo, ¡muévanse! ¡rápido!, ¡Ahhhhhhhhh... pero antes aten a Döbröghy a la cama, así como está, boca abajo. El tratamiento es muy doloroso, si se mueve se muere así que átenlo fírmemente.

Y así salieron, corriendo los sirvientes por los bosques, buscando plantas, irrumpiendo los soldados en consultorios y hospitales, requisando cuanto fuera ligeramente parecido a los ingredientes solicitados, con tanta dedicación, esmero y apuro que ya no quedaba ninguno cuando el severo capitán doctor se sacó el falso bigote, el saco y con la sonrisa de un pastor de gansos veinticinco veces levantó la vara bajándola secamente sobre la espalda del ya maltrecho Dániel Döbröghy.

¡Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor y más dolor!

Sunday, September 09, 2007

UN CHEVY DEL 74


No había nada que lamentar, y él lo sabía. La Sopapa había caído, fiel a los designios de su moral belicosa. Bebió dos veces el tanque de acero inoxidable mientras la iban abandonado lentamente sus impulsos.

El tipo que decía ser Bob habrá colaborado con algunos disparos, pero la Sopapa ya había descubierto la mentira del sujeto camuflado debajo de una peluca de rulos. De ahí a la cuneta habrá llegado después de una fiebre de gritos, puñetazos, jeringas y balazos. Pudo haber terminado con la chaqueta puesta, pero ni siquiera eso. Sus extremidades ya no formaban un todo con el cuerpo inerte en la cuneta de la ruta a Castelar.

Johnnie no quiso ir a reconocer el cadáver, le dijo al oficial que tenía otros compromisos. Compromisos ineludibles con una ruta que lo iba a llevar de cabeza a las montañas en un Chevy que alguna vez fue amarillo en el año 74. Mientras atravesaba kilómetros de desierto ruinoso, se acordaba de un par de estribillos que la Sopapa le cantaba a pocas cuadras del Saint Marks Place, en la isla de los sueños conquistados. Manejaba con lágrimas surcando los pálidos contornos de la cara. No lograba alcanzar la velocidad precisa donde se dejan atrás los recuerdos. Apenas le alcanzaba para distraerse un poco pasando camiones de inexpresivas vacas, hacinadas a 80kms por hora en jaulas polvorientas.

Se preguntaba si podía haberla salvado en aquel momento, en lugar de esconderse atrás de la corteza de un sandwich de pan francés. Se preguntaba si la salvación tiene un precio que un ser humano pueda pagar con minutos de vida. Se contestaba que si hay un dios, sólo él podía tener esa respuesta. Pero Johnnie no creía que hubiese un dios dispuesto a revelar nada. Si existía, estaba demasiado ocupado en hacer girar el mundo y en mantener ese maldito sol efervescente apuntándole a la nuca.

Saturday, September 08, 2007

Hoy se sentía sólo


Hoy se sentía sólo. Después de una sencilla cena, Ignacio se había preparado un Jim Bean con Cola y estaba fumando uno de sus puritos. Esa noche podría salir con unos conocidos, pero no tenía ganas. Porque Ignacio aquella noche estaba sólo.

Sus amigos en España no existían, enfrascados en lo políticamente correcto, sus actuales matrimonios e hijos había supuesto el olvidar todo lo demás. Además si ellos salían con él, iba a tener la extraña sensación de que esa salida sería un permiso pernocta de un preso. Le jodía ser el soltero que tenía que hacerse sentir libres a los otros. Tenía claro que la libertad no era un tema de tener pareja o no; era una cuestión de principios. Él sentía pena de ellos seguramente ellos sentían pena de él.

Sus otros amigos estaban lejos, muy lejos, disfrutando de una velada de boxeo.¡ joder!

El problema es que no le importaba estar sólo; pero le extrañaba estar en esta situación. Se acordaba de su ex novia brasileña, pero tenía claro que la decisión había sido correcta. Ella si le hacía compañía, tenía aquellas cosas deliciosas de improvisar verdaderas poesías sin saberlo, o de querer ver un partido de fútbol americano por la televisión por cable. Bueno seguramente si estuviera ella harían el amor después de algún touch down.


Por lo tanto Ignacio, aquella noche decidió pescar con pescadores nada anónimos.

Friday, September 07, 2007

Puros Huevos!!!



Thursday, September 06, 2007

neGrológica de Luciano (con cariño)

En el día de hoy tuvimos la noticia del fallecimiento de un gran tenor: Luciano Pavarotti. Aficionado como soy a la ópera, fui siempre muy crítico del italiano. No porque cantara mal, de hecho su voz era excelente como la de cualquiera que alcanza esos niveles en la Lírica, sino más bien porque la fama de su voz estaba ensalsada por cosas que nada tienen que ver con la técnica o con la actitud, los dos componentes esenciales que debe tener un cantante.

Pavarotti es, más allá de sus propios méritos, un excelente producto de la globalización y el marketing. Aprovechemos un poco entonces este momento solemne para cebarnos en su todavía fresco cadáver.

Conocido desde largo tiempo antes de su fama intergaláctica, en los reductos facciosos de los teatros de ópera, su fama llega a la cima en un primer momento con la realización de conciertos populares para multitudes: los conciertos del Central Park, o aquel recital en Hyde Park con Michael Caine y Carlos Príncipe de Gales en primera fila.

Creo que la mayoría del público asistente entendía muy poco del tema. La exaltación le provenía principalmente de la asistencia a un evento masivo. Tomemos el caso del polo o del golf. Si organizaran un Abierto con buenos participantes en los bosques de Palermo seguramente también asistirían multitudes que probablemente nunca hayan escuchado hablar de puts ni de chuckers ni nada por el estilo.

Estos conciertos resultaban en una suerte de "hits operísticos y populares". Eran como pasarse la tarde comiendo kilos y kilos de helado de crema y chocolate. Se cantaba una selección de las mejores arias canciones populares, mayormente italianas o españolas.

Acto seguido, el segundo paso a la inmortalidad fue la organización de Los Tres Tenores, conjuntamente con Carreras y Domingo. A mi de los tres siempre me gustó más Domingo, pero hay que reconocer que el alma de ese trío fue Pavarotti.

El concierto de las Termas de Caracalla, en Roma, fue apoteótico. Pero quien tenga el CD o el DVD y se mee encima por las arias y canzonettas de Pavarotti que por favor haga el esfuerzo de prestarle atención a "No puede ser" de la zarzuela La Tabernera del Puerto, interpretada por Plácido Domingo y vean que pasa. Igual sería bueno evitar payasadas: La Vie en Rose que quede para Edith Piaff o para Charles Aznavour.

Hoy en las necrológicas chupamedísticas escuchaba sobre el gran valor de haber hecho de la Ópera un género popular. Bueno... ¡bienvenidos a la verdad! No le resto méritos a Pavarotti diciendo que la Ópera nació como un género popular y se histeriqueó tiempo después pasando a ser una cosa de las elites, sobre todo en el Nuevo Mundo.

Pero no fue Pavarotti quien la popularizó.

Enrico Carusso. Él fue quien, cuando veía que los inmigrantes italianos no podían pagar la entrada del Metropolitan, una vez terminada la presentación cantaba gratis en la calle hasta la madrugada. Caruso no se destacaba, como Pavarotti, en la dulzura de su voz, se destacaba en la dulzura, el alcance y la potencia. Fue Caruso quien en lugar de darle anillos a la protagonista le alcanzaba salchichas italianas, o que apagaba un fuego que peligrosamente se había descontrolado en el escenario, con un baldazo de agua, en plena función y sin dejar de cantar un sólo momento.

Pavarotti era dulce. ¿Dulce? Empalagosamente dulce. Rabiosamente dulce. Dulce, realmente dulce, era Bienamino Gigli, censurado en la Historia como uno de los grandes tenores de todos los tiempos por ser fascista en la época que media italia era fascista y la otra mitad era comunista. ¿Se duda de mi? Hagan el siguiente ejercicio, escuchen la canzonetta Mamma, de Cesare Andrea Bixio y Bruno Cherubini, primero por Pavarotti y después por Gigli y saquen sus propias conclusiones.

¿Técnico? Me quedo con el más técnico de todos, el gigante Alfredo Kraus a quien tuve la oportunidad de ver en su última presentación en el Teatro Colón haciendo Cuentos de Hoffman, emocionado porque al finalizar la función todo el teatro le cantó el Feliz Cumpleaños.

Algunas decenas de tenores que no tuvieron la oportunidad de ser populares pero lo hubieran sido de contar con los medios y el marketing fueron tan buenos o mejores como Luciano Pavarotti: Plácido Domingo, Franco Corelli, Jussi Björling, José Carreras, Jon Vickers entre ellos.

Lo que más rescato de Pavarotti aparte de su voz es su obra de caridad. No le puedo pedir más. Siempre fue bastante fanfarrón pero al menos en este punto trataba, como el mismo decía, de no figurar en las fotos.

Igualmente Maestro, Abbia una buona corsa.

Abbia Una Buona Corsa, Maestro


Wednesday, September 05, 2007

Miami Blues

























Music takes colour
white, blue, red, white, blue, red.
The world is yours -says someone in the radio.
The world is empty -says that whore walking down Ocean Drive.

Say hello to my little friend
and the guys who want it all, chicas, champagne, flash... they don't last
when you get the money, you get the power
and what's coming to me?
the world, chico, and everything in it.

Hey baby, what is your problem?
Aren't you enough pretty?
Aren't you enough rich?
You're good looking, you got a beautiful body, beautiful legs, beautiful face, all these guys in love with you.

Music takes colour
white, white, white and white again.
The world is yours -says the ad
The world is empty -says the paperboy walking down Brickell Avenue.

The only thing in this world that gives orders... is balls.
Would you kiss me if I wear the hat?
Would you kiss me if I sniff your shit?

Music takes colour
First white and then fade away.

Tuesday, September 04, 2007

AHORA

Ahora,
cuando los ejércitos descubren la llave del ocio
y los rebaños dan cuenta de las miserias del buen pastor.
Ahora que la inocencia gastó sus bondades en mil rastrojos
miro prudente los campos grises
que bendicen con su cielo
las cabezas pétreas que siembran la noche.
Escucho los ruegos de las abejas claudicando en las colmenas
el destino volviéndose predecible como un tren eléctrico
los brazos colgando de las azoteas, inertes,
las horas, tan inútiles.
Ahora,
en el abismo de la aurora difusa,
comienza el repiqueteo vibrante
de la épica resistencia.

Monday, September 03, 2007

Gracias a Hugo Omar Curto

El sábado pasado La Fiera y un servidor nos trasladamos al Partido de 3 de Febrero, más precisamente al CeDeM N°2 de Caseros, para presenciar el combate estelar entre el chaqueño César Cuenca (63,800) contra el neuquino Juan Alberto Godoy (64,500) categoría Welter.

El Campeón Argentino Superligero (categoría en la cual no pelea desde 24 de Septiembre de 2005 por falta de rival) demostró su clase y fue vencedor por puntos del neuquino, imponiéndose en todos los rounds.

La sorpresa de la velada fue que la entrada era libre y gratuita para todo el que quisiera ir. Incluso las entradas numeradas de ring side no se vendían sino que se daban por invitación. Y aunque el sánguche de milanga requería cierto dominio del mandibuleo debido a la sobre cocción de su ingrediente principal, el chori cumplía con creces y la cerveza te la vendían en tacho de litro por persona, algo que no se veía desde los Torneos Evita del año '51.

Y todo esto, que merece resaltarse, no es más que la reedición del Gran Pacto Justicialista: Felicidad para los Niños, Deporte para la Juventud, Pan, Paz y Trabajo para todos.

Enviamos entonces nuestro total agradecimiento al amigo Hugo Omar Curto, Intendente y Peronista!