Friday, January 11, 2008

A un vodka en botella de plástico cuyo bello nombre insular hoy escapa a mi memoria


Lo compramos cuando la patria se incendiaba con otros inflamables.
Viejos amigos como Jameson, Johnny, y Black & White ya no nos premiaban con su presencia;
se habían vuelto soberbios, petulantes,
inaccesibles.Desde las góndolas
blasonaban sus precios de otro mundo.
Se habían convertido en nuevos ricos.
Recurrimos a Carlitos, el uruguayo fanático de San Lorenzo,
cuyo maxikiosco enfrente supo ser mi segundo hogar
“llevate este que sale cuatro mangos”, me dijo en recio charrua
estirando el brazo hacia el producto,
dando por sentado que yo lo llevaría.
Y lo llevé nomás.
Pero en el filoso verano de 2001
cuatro mangos ya no eran cuatro dólares
El destilado ruin, engañosamente traslúcido
resultó mafioso en la garganta.
Lo recibimos con ese amor profundo que late
en buenos bebedores.
Alguien insinuó ironías respecto de ese envase tan poco cristiano.
Pero pronto nos sacudió el alma como sólo saben hacerlo
las bebidas baratas:
acritud en la lengua, fiesta negra en el alma,
Pornografía mental; ochenta ideas juntas enfiestándose;
espíritu; coraje; devoción por la nota que suena en ese ensayo.
Un poco de ganas de pelear, de bajar los cuatro pisos
y cagarse a trompadas porque sí.
Pero más ganas aun de seguir tomando y sonando
(porque nosotros, meta guitarrita, al pedo como cenicero de moto)

Brumosamente recuerdo una etiqueta pegada
a la plástica botella; había palmeras
o algo así. Algo caribeño, en colores fuera de foco.
Deglutimos rápido el amargo nectar,
creo que le metimos limón
o algún jugo de sobre.
Lo que fuera para anularle el gusto.
Lo que fuera, antes de caer otra vez
en colonia mezclada con agua
O acaso algo peor.
Mi bulo era una sala de ensayo con batería
Mis amigos acababan moribundos en el único ambiente
Ahí terminó mi tardía adolescencia.
Vaya si tardía,
tomando vodka de cuatro pesos.
Abajo, Suipacha ardía de putas y bocinas
Indiferente a toda crisis los taxis se devoraban entre sí,
a las puertas de los cinco cabarutes.
Cinco en una cuadra
Así era mi barrio.

4 comments:

Gilgalad said...

Magnifico Sancho. Un final alucinante.

La Fiera said...

Despues de este comienzo, hay q hamacarse. Muy bueno Sancho, es una poesía de hondo contenido histórico, geográfico, biográfico y etílico.

El guardian de la maldita ota said...

que brebaje cloacal aquel, hermano.
Leo el texto y mi garganta recuerda el raspor, la llaga que crece, que el pobre jugo en polvo no pudo aliviar......

Nachete said...

líquido elemento de consecuencias impredecibles