Thursday, July 10, 2008

Un comentario acerca de "Redondo y de ricota"

Mucho, mucho; mucho ahí, Fiera.
No explicaste lo inexplicable, hiciste algo mejor: lo sugeriste.
Yo también soy de los que están enredados hasta el tuétano con la lírica, la música, y la mística ricotera.
Te cuento que hace muchos años llegué a Tandil en un micro que seguro que no pasaba las inspecciones municipales.
Salimos de Parque Rivadavia.
Por ahí andaba yo, entre pibes desangelados, también yo; un patético viajante. Tenía puestos mis alcoholes, mi vagullo, y los restos de un corazón arrasado por los hechizos de una hermosa chica de Caballito.
El viaje fue largo y clandestino. El paisaje claroscuro, y la lluvia, un fiel perseguidor.
Finalmente el micro dejó la ruta y vi las casas viejas de Tandil, los acampes por donde fuese, los trapos. Sentí ese remolino que se te cuela por el ombligo durante la previa ricotera.
Me acuerdo que me levanté del asiento y fui para adelante. Aferré la siniestra en el respaldo del conductor, y me incliné para ver la trompa del micro despejar una nubecita de vapor que se alejaba del pavimiento.
Se me saltaron las lágrimas en un segundo, Fiera.
Ya no era distinguir si tristeza o si emoción; era acá y ahora. Era eso Fiera.

3 comments:

La Fiera said...

Que impresionantes son esos segundos donde la vida vale la pena. Por ejemplo cuando suena juguetes perdidos y todo se transforma en una oración que sabes de memoria, y tiene la fuerza de una manada de elefantes.
Hay muchas cosas que solo se explican ahí, en ese instante. Y si estuviste, tenes que matar algún becerro para dar gracias al señor.
Que bueno esto Maro, algún día habrá que levantarle a los muchachos el pedestal que se merecen.

Maro said...

Las letras de Los Redondos me fascinaron desde el comienzo.
Al principio quería entender todo, saber exáctamente a qué se referían esos poemas encriptados, esos graffittis jugados al límite.
Después vino el tiempo y su acción irrebocable, y el sentido de cada letra, de cada frase; se fue acomodando a la vida misma.
De hecho es algo que me sigue pasando.
Y así, para compartir una minucia, quiero contarles que me enteré por mis pares hispanos que en colombia y otros países como Guatemala, o El Salvador; una de las formas de referirse a la merca es: perico.
Ahí regresó a la carga lo que tantas veces tarareé:
"Este film da una imagen exquisita
esos chicos son como bombas pequeñitas
El peor camino a la cueva del perico
para tipos que no duermen por la noche".
En fin, no tengo idea si este perico tendrá que ver con el de Ji Ji Ji; pero ahí estaban de nuevo Los Redondos; como hace años, tan presentes en mi vida.
Y quería compartirlo con ustedes, en el contexto de un muelle donde las distancias se desvanecen.

Gilgalad said...

La vida te exije asumir el delicado equilibrio de irse al pasto cantando o mantenerse en la ruta consciente de que todo es una farsa.