Thursday, June 11, 2009

El Tío Ignacio


Alguna vez vi
como se mezclaban
mis lagrimas con la lluvia
en el cementerio donde leyeron
las estrofas de Lorca.
Despedíamos las tardes inocentes
donde el viejo y la pipa
daban cátedra
hablando de amigos, novelas y poetas
y de milongas
que sonaban entre las glicinas
y los asados
de la estación Coronel Boerr.
Se estaban yendo
los toreros
las lejanas historias de aquel Madrid
del imperio y las cenizas
donde corrían los jamones y las balas
se metían en el cuero
de unos tíos en fuga
por el fondo de la plaza del Ángel.
Se iban, al galope lento,
por los caminos del oeste
entre domadores de tobianos y azulejos
las sobras de un tiempo que
si existió,
fue apenas en la melodía imaginaria
con la que el viejo tejía
aquellos recuerdos inalterables.

3 comments:

Sancho said...

Qué lindo poema. Se respira el viento, el asado, las voces. En el retrato se parece a Hemingway.

Maro said...

Es un poema muy lindo. Me gustó de entrada.
Lo que me parece un acierto es la cadencia de estos versos:

"fue apenas en la melodía imaginaria / con la que el viejo tejía / aquellos recuerdos inalterables".

Me gusta el dejo telúrico de las últimas lineas. Es como si una china trenzada te cebara un cimarrón, mientras las ramitas se estrujan en una lata agujereada.

Pablo Solo Diaz said...

Gracias Hermano... que decirte que no sea redundante? Dejame masticarlo un poco. Y a él no le parecería mal respirar viento y parecerse a Hemingway. Un Abrazo.