Cosas en que pensar en una ruta patagónica

No subestimes al Cañadón de la Mosca
el quiebre que te espera detrás de la aparente recta
el hielo que lubrica el pavimento encerado
las alas que comandan tu parco vuelo.
No subestimes un lugar llamado El Hoyo
tan aparentemente bucólico y tranquilo.
Tampoco pases por alto que todo invierno
trae primaveras en la espalda,
que estas a palmos de morder una banquina
y abrazarte para siempre al hondo valle.
No subestimes al Cañadón de la Mosca
ni los ñires que te escoltan, ni la niebla que te oculta.
No subestimes la apatía del Renault 12 sin luces,
finalmente lleva tu mismo destino
y correrá tu misma suerte.
Estuve remontándolo hace veinticinco años
cuando era ripio
y los camiones se abrazaban con garras al abismo
y desde entonces no me río
cuando alguien me dice que juega sus horas
entre los rojos y amarillos y verdes confines
del siempre expectante Cañadón.
Tal vez creas
que la cerveza artesanal de El Bolsón
es otro mito hippie.
Yo también lo creo
hace demasiado frío para que sea buena
así que otra vez pasé de largo
sin detenerme a beberla.

Zafando...

alguien que le tiene fobia a los gatos,
que prácticamente no bebe,
que deja pasar el plato sin probarlo siquiera pero vuelca sus energías al postre.
alguien que se pone feliz con el té,
que cree que su mayor error ocurrió hace años
que no fuma tabaco, ni flores
aunque sean de la planta más dulce.
alguien que teme tomarse un trip
porque mejor no corremos riesgos.
alguien tan cruel
que le da igual encarar un viaje largo y que no haya música.
alguien que está convencido
de que el tomate fue siempre una fruta desabrida.
alguien que jamás se plantearía comprar algo tan viejo como un tocadiscos.
que no va a los conciertos porque se aturde
ni al campo, porque hay mosquitos
y hormigas
y seguramente hormigueros
aunque de estos, no vió nunca ninguno.
que no toma mate para evitar los contagios
porque mejor no corramos riesgos.
por suerte a veces
las noches se definen facilmente.

Elixir del Amor Letal

doce langostinos frescos
una pizca pimienta molida
dos cucharaditas de aceite de palma
un poco de cardamomo
y doscientos gramos de hojas de violeta
hacen del amor
una víctima colateral

Te amo, te amo, dame más

Dice un experto peronista cuyo libro estoy corrigiendo:

"En el caso de Perón, la lectura del padre de la psiquiatría argentina, José María Ramos Mejía, le sirvió en su proyecto de dar organicidad a la multitud, considerada como femenina –pasional, no muy razonante, seducible– y en necesidad de ser controlada, encuadrada, desde afuera, por una suerte de súper marido."

Y entonces conjeturo:

La lección del Pocho fue ejemplar. Hoy sus legítimos herederos (que son los pícaros y no el pueblo) conocen al dedillo y al pijillo cómo se sodomiza a la multitud ardiente; cómo se le debe hablar y acariciar la nuca para que siga pidiendo más mientras jadea agradecida.

Creo que Solá tiene razón: el peronismo trajo el amor a la política. Pero ¿Qué tan bueno es el amor? Porque... retomando al salmón autodidacta de las dos mil canciones ¿se puede vivir del amor?