Se bajó del auto luego de darnos un beso en la boca, que se prolongó hasta donde pude. Apoyando las manos al volante la contemplé. Ya no tenía el pelo mojado de cuando la había pasado a buscar tres horas antes por ese mismo lugar; tampoco las ondulaciones rubias con las que la evocaba mientras miraba su espalda, de la cual caía ahora un pelo bien rizado. Esperé que antes de abrir la puerta del edificio me dedicara una mirada de despedida. En vano.
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3 comments:
Qué bueno. La espalda siempre es clave (y no lo digo con doble sentido, me refiero a la espalda)Me gusta la ficción en entregas bien cortas como esta. ¿sigue She o es una postal nomás?
me gusta
soy un entusiasta de los fragmentos que obligan a la construccion personal del espectador.
seguramente la historia que cada uno puede armar con esa escena minima es totalmente distinta.
Muy bueno. La espera infructuosa es demoledora. Que jodidas son las rubias, la puta que las parió.
Bueno, algunas.
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