La Muerte
se apareció una noche, flaca,
hecha perro
hecha perro y huesos
y piel
y bolsa.
Tan flaca que daba impresión mirarla
no ternura, rechazo,
impresión.
La Muerte así encarnada en unos pocos huesos de perro
raleada
hambrienta
amarilla
Tan hambrienta que se iba a morir en horas
tan hambrienta, la Muerte, que conmovía.
Alimentamos a la Muerte
con leche, con pan,
con lo que había
no tan fuerte como para terminar de matarla
no tan suave como para permitir que se ofendiera.
Y algo funcionó porque no se murió
ni se ofendió
ni discutió
ni asustó, ni voló.
Sólo se fue con una premonición de su futura venida
-como quien predice algo tan certero como el pasado-
con un aviso de defunción futura.
Se fue y dejó a nuestro amigo
que lleva sus huesos y su piel amarilla
y su sonrisa de Venganza
aunque sea el opuesto absoluto a la Venganza.
Se fue y nos dejó a un amigo
de edad indefinida
de hambre perpetua.
Ahora que te veo viejo
que te cansás fácil
que ya no guardás, Huesos, como quien atesora la vida,
ahora que estás esperando el pase
se me aparece la Muerte y temo
que quiera de vuelta
su perro.
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3 comments:
Me encanta.
Galad; me desarmaste por completo
Gracias Maro y Sancho.
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