Tuesday, February 14, 2012

Una guerra en Sierra Leona



El acto número uno fue encontrarse
con la mirada llena de ácido sulfúrico.
Los ojos
listos
para disparar al menor movimiento de párpados.

Disparaba un No Credo
que recordó a la tortuga sosteniendo los cuatro elefantes:

No creo en la televisión.
No creo en los edificios públicos.
No creo en los billetes de lotería.
No creo en los frigoríficos.
No creo en vos.
Tampoco creo en mi. Aunque en mi
creo un poco más.


El acto número dos fue construido sobre ladrillos de sonrisas, palmadas
y adopciones
También sobre cierta tensión sexual
que por derecho propio se abrió paso
con un abrazo que se prolongaba de más, unos instantes.
Fue cuando armaron un poco de confianza
acercándose con la punta de los dedos.

I've crossed oceans of time to find you.

El acto número tres es descripto como el de la separación
que a veces
genera el hábito de extrañar
y siempre, el de imaginar.
Como caramelos de limón partidos
entre un martes y un miércoles
y alguna presentación ad hoc
en los malls de la capital
entre nochebuena y año nuevo.

Y comimos buñuelos
pero cada uno en su casa
o en alguna otra casa u hotel o camping.


El acto cuarto
es tan corto, tan preciso
como un epílogo
como un perro
como una guerra en Sierra Leona.

Wednesday, February 01, 2012

De los padecimientos de la juventud ante grandes desafíos



(Encontrado en la web. Autor: Jorge A. Lobrego. Hay más en www.jorgealobrego.com.ar)

Ya tiende a envejecer la obtusa rubia
y su concha, a oler a pozo ciego.
Un flaquito bombea sudoroso
a la niña de ayer, hoy diestra hambrienta.

Lava blanca le inyecta por ojete
(tamaño sable trepanando un ano)
surtiendo allí el muchacho a doña rica:
recibidor upite; añejo, atiborrado.

Dolorida y cochina ella agradece
más no deja de rogar lechosa prenda,
y mientras pide, frenética se enreda
en insultos tan hondos que avergüenzan.

Ya contraataca el pibe enardecido
la casada señora empalidece,
un breve llanto de su vulva brota
y otra vez pide que el cántaro se llene.

Pero el niño, agotado, ya no puede;
toda una riada, en un lapso apenas.
De la tensa mujer, todas sus venas
son escultura del frondoso trance.