Monday, December 31, 2012

La Sardina predica sobre la Guerra

Cuando no quedaba nada en qué creer
la Sardina habló.
Cuando la Tierra
era un gran carbón humeante,
la Sardina habló.
Cuando los árboles se volvieron negros
las montañas se volvieron negras
los topos
negros
las nubes
negras
cuando la Tierra era un gran carbón humeante
la Sardina habló:

Ustedes escucharon decir a sus padres
y ellos a los padres de sus padres
que todos los peces somos iguales a los ojos del Mar.
Para el Mar no hay lubinas
ni congrios, ni lenguados,
ni rapés, ni jureles, ni caballas.
Porque la vida de cada pez es sagrada para el Mar
Sin embargo, con vuestras malquerencias
habéis pintado la Tierra, negra
habéis tomado vidas, habéis quemado bosques
en el nombre del Mar
hasta dejar todas las cosas negras
como grandes carbones humeantes.
Mirad alrededor
contemplad vuestra obra.

La sardina calló.
La multitud calló.
Y los topos negros dejaron de cavar
y los árboles, negros, de trinar
las nubes, negras, se disolvieron en un viento negro
las montañas
negras
se derrumbaron
como carbones humeantes.

Todo negro.
Todo humeó
hasta que una gigantesca ola se tragó la Tierra entera.

La Sardina saltó sobre la ola
el sol refulgió en sus escamas
se zambulló
y se perdió en lo profundo.

Saturday, December 22, 2012

Fronteras


Del otro lado de la frontera
luces que no alumbran
continentes en sombras
viejas encadenadas a los sillones
sin control remoto, ni perros ovejeros.

Del otro lado de la frontera
el recuerdo de campañas
de naciones que pudieron ser y se olvidaron
Sangre regada que no floreció lunas alegres
Úteros que no parieron soles.

Del otro lado de la frontera, un guardia
pide pasaportes
toma huellas dactilares a ejércitos mancos
fumiga voluntades prófugas
Exultante

Del otro lado de la frontera
No hay caminos para partir
ni regresar
No hay bares ni puertos
Ni epitafios

Y de este lado de la frontera
Se hace de noche


Perro que vuelve






















si fue el fin del mundo
o el fin de un ciclo, no lo sé
yo miraba con tenacidad
las ganas de contarte el sueño de nosotros
dos sentados a la mesa de un bar

el hocico de El Rover me llenó la mano
pensé que sólo vos y yo podíamos verlo
pero la señora a nuestro lado preguntó
hace cuánto que murió el perro?

en el comienzo de una nueva era
prefiero días iguales

un recuerdo con patas
que de vivo, termina extraviado

Friday, December 14, 2012

Bajo el desorbitado sol de agosto se detuvo de pronto la Sardina



La multitud que la seguía
soñaba ensimismada con sí misma.
Unos ególatras buscaban el entendimiento
en los ojos de otros ególatras como ellos.
Uno de estos se le acercó y le preguntó: Gran Pez, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir el agua salada?-
La sardina, sin dejar de observar al sol desorbitado de agosto le respondió: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Tan solo el Mar es Bueno. Pero si quieres entrar en el agua salada, guarda los mandamientos.-
Dijo el ególatra: Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?-
Dijo la Sardina: Si quieres ser perfecto, salta a la rana y dásela de comer a los peces, y tendrás un tesoro en el Mar; luego ven, y sígueme saltando.-
Y al oír estas palabras, el ególatra se marchó entristecido, porque tenía muchos peces y pocas ranas.
Dijo entonces la Sardina, sin dejar de mirar al sol de agosto: Yo os aseguro que un ególatra difícilmente entrará en el Mar porque no puede separar peces de peces, ranas de ranas. Os lo repito, es más fácil que una ballena entre por el ojo de un camello, que el que un ególatra entre en el Mar.
La multitud, aturdida, se inquietó porque había perdido el entendimiento pero al oir esto, uno de los seguidores de la Sardina, aquel que era el más querido, le preguntó lleno de asombro: Entonces, ¿quién podrá bañarse en el Mar?-
Sin dejar de mirar el sol, dijo la Sardina: lo que para los peces es imposible, es posible para el Mar. Lo que es dulce para vosotros, es salado para el Mar. Porque el Mar es salado. Siempre es salado. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o peces por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará el agua salada. Pero recordad: muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.-
La multitud rugió y peleó. Cada pez, cada ostra, cada calamar luchó por ubicarse en último lugar porque querían entrar primeros al agua salada.

El sol de agosto perdió completamente su órbita y se estrelló contra la multitud de peces.

Todos ardieron.

La Sardina finalmente,
bajó los ojos.

Friday, December 07, 2012

Empiezan días de odio;


ya llega navidad.

La que nos acorrala en shoppings y miserias,

y quién pasa con quién,

y dónde y cómo.

Nos vamos convirtiendo en los lechones

lacrados, a la cruz, a devorarse:

tan fríos, sudorosos,

llegada la gran noche.

Pero antes

las tarjetas doradas arderán de descuentos,

de celos, de envidia, de alta competición.

Y Miami refulge en los canales.

Y el jazmín rústico de las quintas de infancia

padece una incurable enfermedad: el photoshop.

Basta ver su maníaca estampa

en el suplemento decó de este domingo.

Monday, December 03, 2012

Lo incondicional

es muy pocas palabras.

O todos estos minutos

de mediodía al sol, en casa,

en los que Rai juega, en el piso, a dos metros.

Minutos nutricionales.

Cada cual en lo suyo,

comenta cada tanto

algo sobre esto

o lo otro; nada importante,

Es la vigencia pura de lo carnal trivial que nos une:

No hablamos de "sentimientos".

No hablamos de "relación".

y todas esas pelotudeces.

Hablamos al azar, de lo que pasa.

Ahora está haciendo un nudo

complicadísimo

que después va a querer deshacer.

Yo, frente al teclado, intoxicado de pantalla y de texto,

me doy cuenta de que vengo haciendo lo mismo hace años

Pero no me divierten estos nudos.

No son los buenos nudos que hace él.

Entonces voy a otros mejores botones:

elijo un tema de la lista, le doy play y volumen:

Rai se da vuelta y me mira,

le digo que esta canción que estamos escuchando

es “My generation” y que es de una banda

que se llama “Los quién”. Le hace gracia.

Me mira y se ríe con la complicidad infinita

de su risa de dientes separados,

con sus ojos brillantes como los que no tiene nadie.

con su percepción de pájaro.

Le digo que la canción es tan vieja como yo;

del año en que nací.

“Viejísima…” dice él, y dice también

que si estuviera escrita

sería un papel amarillento "como el mapa de algo escondido,

como un papiro".

Le digo en broma que todos somos amarillos

(y algunos somos mapas de algo escondido, pienso,

pero eso no se lo digo; una reflexión tan Paulo Cohelo

desafinaría nuestro diálogo)

también le hace gracia. Y le gusta la banda;

mueve la cabeza al compás de Keith Moon mientras sigue con su nudo.

Está haciendo un nudo tremendo, imposible;

me pregunto cómo lo va a deshacer. Él, no creo;

disfruta de esa complejidad truculenta,

abismal; sus nudos insolubles son joda de hoy

y joda para mañana, si se acuerda. Él maneja

 la magia del olvido;

no anda preocupado en deshacer los nudos.

Qué suerte;

Rai surfea en un tubo glorioso.

Nos entendemos tan bien, y sin sintaxis.

Estos

son los únicos diálogos que tienen sentido

esta comunicación

inexplicable

con alguien que es uno

y que por suerte no es,

y que es tan grande.