Monday, June 04, 2012

La Quema


Se elevó la música de caras agolpadas por la madrugada.

El olor a madera de ese violín
pasó sin ser aspirado por todos los pulmones
que se llenaron con el humo del ciento dos.

Mientras los vientos invaden la mente, esa luz los mantiene presos en sus latitas con asientos reclinables.

Fue cuando se quemó enfrente mío.

Sus ojos desesperados se clavaron en mí.
Arañando el piso de goma entre lenguas de botas y zapatos,
retorciendo su columna al marchitarse
se consumieron los huesos y las ramas.

Un grito calcinado,
que estalló en una lluvia de ampollas.

Y un trueno.