Tuesday, July 14, 2015

Tres años


No pasó el día hasta que el amanecer encontró mi cara dejando de aplastarse sobre tu pecho.
Bajo la tela de la camisa el calor se extinguió de a poco
y tus dedos de tronco, de yunque, de martillo, apenas doblados,
quedaron inertes en el instante exacto -no sé- de atrapar la inmensidad o del último bostezo
de tu alma, que es el Océano
donde quienes te aman encontraron
ese calor tan similar al que se escapa de tu camisa.

El otro día te encontré en mis sueños,
cada tanto me pasa, cada tanto te hablo, cada tanto te escucho.
Reíste incontenible y me dijiste con tus ojos de calma:
la gente cree que la muerte es un vacío-
y aunque no entienda qué querés decirme
solo quería escucharte
pasar mis dedos por tus manos nudosas
sentir el calor bajo la camisa.
Como toda mi vida, tarde o temprano,
me alcanzará el entendimiento.
Eso no importa.
Pero sí las banderas, el contorno de tu sombra flaca como una rama, áspera, dura
pero tan cálida cobijando a los buenos del mundo.

Te extraño como loco, sabés,
y me consuelo pensando que este mundo no es para vos
que sentirías tristeza,
y prefiero imaginarnos
al final de mi camino
o al comenzar otro
en algún bar, en alguna esquina, en algún otro planeta.

Friday, January 16, 2015

Huesos


De noche llegó una sombra amarilla
esquelética
un cuerpo al que la vida se le escurría
y unos ojos negándose a cerrarse.
En el instante eterno que dura una certeza
supimos de su infancia y de su juventud.
Y algunos años nos enseñó a ser más gentiles,
más sabios, más alegres.
Nunca nadie dejó de amarlo.
Y él jamás nos dejó caminando solos.
Fue la imagen más viva del paisaje.
Y nos iluminó
a todos
con su felicidad cósmica, inabarcable.
Sus sonrisas tan falta de dientes aliviaron todas nuestras penas
y dormimos con él, comimos con él, caminamos con él.
Fue mi confidente mudo en tanta tristeza
que no se puede enunciar
y tantas cargas apoyé en su pequeño cuerpo amarillo
tantas que no recuerdo.
En un realismo mágico de libro
no moriste.
Te fuiste un día igual que como llegaste
no te vimos morir, sólo te fuiste.
Y nos dejaste el paisaje
quieto
y en silencio.