Aun en el desierto tiritante
de la estepa mongólica
la sombra del chamán baila entre las burbujas blancas de la nieve.
A veces se tiñe
la estepa
con la sangre de los caballos amantes y la luz de la luna.
Parece una aurora boreal
en plena estepa.
El bisonte o búfalo americano
pasta en las estepas de North Carolina
menos cruel, según como se la mire.
Más Kerouac
de trenes que atraviesan la estepa
vagones de carga como hormigas
en fila, cientos de ellos
cargados de vagabundos de la estepa
que escapan
de la crisis, del macartismo, de los mormones
y de la Coca Cola.
El sur de mi país es una estepa
pero no es desértica.
Está repleta de pozos de petróleo
de ovejas
de mujeres alucinantes que como Medusa
te aniquilan con la mirada,
de irlandeses colorados
llenos de vasos,
y sobre todo de viento
tanto viento
que la gente enloquece
si se expone más de la cuenta
También
hay estepa en sus ojos lacónicos
yermos
desérticos
áridos
monótonos
cuando me miran
hartos
de mi paisaje
de nicotina y verso.