Wednesday, October 31, 2007

Halloween

Hoy es Halloween
y cada lechón en su teta.
Los niños a la hoguera con sus disfraces repugnantes. Hoy salen los muertos, aullan, gimen, se azotan a cadenazos.
Hoy hay guerra civil en el éter.
Fantasma contra fantasma, vampiro contra vampiro, luz mala contra luz mala, poste caído contra poste caído.
Hoy la abuela me hizo sopa de garbanzos
y veo como batallan unos contra los otros. Los ricos con disfraces y los pobres así nomás, a puro garbanzo, sin ni siquiera el pellejo.

Hoy es Halloween,
o Noche de Brujas.
Pero a nadie le gusta andar con la pala al hombro.
El clima es propicio para ir de picknik a Chacarita,
a visitar a nuestros muertos, a ver si tienen ganas de levantarse,
a ver si quieren hacer unos rounds de dos minutos, a ver si todavía pueden bailar.
Bailá, nene, bailá.

Hoy es Halloween, los niños a la hoguera. O a varias hogueras, porque son muchos niños.
Los padres también, pero esos son más difíciles de cazar.

Hoy es Halloween y me río a carcajadas porque entre tanta calabaza ya no se donde tengo la cabeza.

Hoy es Halloween y se abren las puertas del infierno para que las almas condenadas puedan salir a pasear y menos mal que la tele lo avisó porque las diferencias no son facilmente apreciables.

Hoy es Halloween pero también termina la temporada de cosecha.
-Hay que guardarse para el invierno -dice mi abuelo mientras sorbe la sopa de garbanzos.
Desdentado.
Como un muerto. Hoy salieron los muertos. Entre los dientes.
Hoy cada lechón en su teta.
Es Halloween, los niños a la hoguera con sus disfraces mugrientos.
Los padres también.

Hoy viven los muertos.
Morite, muerto!

Pesca ausente




¿Qué sucede pescadores?
¿La sal ya no cruje?
¿La luz ya no luce?
¿Los mares ya se murieron?

¿Qué sucede pescadores?
¿Los peces ya no huelen?
¿Las mujeres ya no lamen?
¿El vino ya perdió su vitalidad?

¿Qué sucede pescadores?
¿El cielo ya no se cae?
¿La lluvia ya no lastima?
¿Los astros ya no se esconden?

¿Qué sucede pescadores?
¿La noche ya no exita?
¿El día ya no deprime?
¿El caballo ya no monta?

¿Qué sucede pescadores?
¿El sol ya no derrite?
¿Los helados ya no refrescan?
¿Las comedias ya no ríen?

¿Qué sucede pescadores?
¿Los lirios ya no adornan?
¿El algodón ya no raspa?
¿El sueño ya no duerme?

¿Qué sucede pescadores?






Nada. Es que mandamos a reparar las redes.

Tuesday, October 30, 2007

¿Qué sucede?

¿Qué sucede pescadores de los mares australes?
¿La Cristina secó de peces vuestras aguas?
¿Se prohibió pescar calamares en su tinta?
¿N0 hay plumas en el cielo?
¿No hay musas en el rio De La Plata?

Friday, October 26, 2007

Barrio y campo

Qué polvo tiene el camino,
métanlé que hay para todos.
Qué suerte tiene el potrillo
mancándose en la pileta.
Que macana la macana
que es un basto del origen
cuando había brontosaurios
y churrascos de reptil.
Qué sabrá el chancho de aviones
si nunca mira pa arriba.
Qué locura el caminante
sin atarse los cordones.
Qué gato el que tengo yo
que entiende como es la gente
y le mastica los cables
solamente a los boludos.
Qué tormenta la de anoche
cayeron ranas de punta.
Qué botón el de la esquina
Qué diariero el de los diarios
siempre anota en la libreta
las ultimas novedades
para tirar en la prensa.
Qué culpa tiene el zapallo
de estar tan caro en la compra
de la vieja de Barracas
que no para de quejar
por el precio del zapallo
por el vecino de al lado
que hace ruido con los tachos
que no la deja dormir
que el hijo es un tiro al aire
que la sobrina es un yiro
que qué bien los militares
y el marido un tarambana
las flores de Chacarita
y más de lo que quisiera
que le lleve la querida.

Monday, October 22, 2007

musiquero alterno, de almacén y bar...

Villancico de mi abuelo (pedido de Sancho)

Cuando a veces pienso y digo
que el amor es tan ingrato
me meto un dedo en el culo
y lo dejo estar un rato.

Sunday, October 21, 2007

Dicho de mi abuela

Saber vivir es la clave
que vivir cualquiera sabe.

Toby Keith - I love this bar

We got winners, we got losers
Chain smokers and boozers
And we got yuppies, we got bikers
We got thristy hitchhikers
And the girls next door dress up like movie stars
Hmm, hmm, hmm I love this bar
We got cowboys, we got truckers
Broken-hearted fools and suckers
And we got hustlers, we got fighters
Early birds and all-nighters
And the veterans talk about their battle scars
Hmm, hmm, hmm I love this bar

[Chorus:]I love this barIt's my kind of place
Just walkin' through the front door
Puts a big smile on my face
It ain't too far, come as you are
Hmm, hmm, hmm I love this bar

I've seen short skirts, we got high-techs
Blue-collar boys and rednecks
And we got lovers, lots of lookersAnd
I've even seen dancing girls and hookers
And we like to drink our beer from a mason jar
Hmm, hmm, hmm I love this bar

Yes I doI like my truck (I like my truck)
I like my girlfriend (I like my girlfriend)
I like to take her out to dinner
I like a movie now and then
But I love this bar
It's my kind of place
Just trollin' around the dance floor
Puts a big smile on my face
No cover charge, come as you are
Hmm, hmm, hmm I love this bar
Hmm, hmm, hmm I love this bar

We got divorcees and a big bouncer man
An old jukebox and a real bad band
We got waitresses and we got barflies
A dumb-ass and a wise-guy
If you get too drunk just sleep out in your car
Reason number 672 why
Hmm, hmm, hmm I love this bar

Play it on out boysBeer-thirty's over
Got to take it on home
Hmm, hmm, hmm I love this bar

I just love it

Saturday, October 20, 2007

Muñeco al suelo




Escuchar
mientras leo
¡Justo Suárez, solo!
¡Torito viejo lindo!
Sacalo como vos sabés
no le des tiempo, fajalo.
¡Justo Suárez, solo!
¡Torito viejo lindo!
Ya está listo, cruzalo,
cruzalo que lo tenés.

Como caído del catre
por tu coraje feroz
después del rudo combate
durmiendo en la lona está,
después termina la cuenta
y alzan tu puño triunfante.
Y la hinchada que te alienta,
subyugada y turbulenta,
se revienta de gritar.

¡Justo Suárez, solo!
¡Torito viejo lindo!
Sacalo como vos sabés
no le des tiempo, fajalo.
¡Torito viejo lindo!
Ya está listo, cruzalo,
cruzalo que lo tenés.

De Mataderos al centro,
del centro a Nueva York,
seguís volteando muñecos
con tu coraje feroz.
Cuando te pongan al frente
del mismo campeón del mundo
ponete esa papa en la olla
concinátela a la criolla
y por cable la fletás.

¡Justo Suárez, solo!
¡Torito viejo lindo!
Sacalo como vos sabés
no le des tiempo, fajalo.
¡Torito viejo lindo!
Ya está listo, cruzalo,
cruzalo que lo tenés.


Muñeco al suelo. Tango. 1930. Música: Modesto Papavero Letra: Venancio Clauso

Pensamiento



Hoy he hablado con un amigo, bueno difícil llamarlo amigo cuando he permitido que no nos hayamos encontrado en casi cinco años. Además, la charla, telefónica, ha sido fortuita puesto que él ha llamado a otra persona y yo estaba cerca. Se ha dado la típica situación de “ah pues pásamelo y le saludo” . Al menos, algo mas acertada que el “pues dale recuerdos de mi parte”.

Y cuando me he puesto al móvil, lo primero que me ha preguntado:

- ¿Qué tal Nacho? ¿Sigues escribiendo?

Me ha hecho pensar…

Me ha hecho pensar que debería escribir más, que tendría que no perder ritmo, revisar y cerrar de una maldita vez mis dos novelas; luchar otra vez por mi guión y volver a reflejar mis sublimes y nimios sentimientos en poesía.

Al fin y al cabo ser un pescador en aguas turbulentas. Pescar al tiburón, en solitario, en alta mar y sin radio, y también pescar con mis amigos pescadores, tan geniales como poco anónimos, de los que no espero que algún día y por haber pasado años sin hablar me digan : “pasa Nachete, ¿Seguís escribiendo?”

Wednesday, October 17, 2007

Un Día Peronista


Compañeros,

Hoy, un 17 de octubre, día de los trabajadores y de todo el pueblo peronista que me honro en integrar, quiero enviar desde Madrid, ciudad insigne que albergó con generosidad infinita al general en su exilio, un caluroso abrazo al más entrañable de nuestros amigos, al gran Sancho, artista único de la palabra y la canción, que por una razón desconocida todavía no abrazó para siempre la causa de los descamisados.

Feliz Cumpleaños querido Sancho!
Viva Perón!

La Fiera, Madrid, 17 de Octubre de 2007

PD: La organización vence al tiempo

Saturday, October 13, 2007

Desde Montenvideo


Brindo con mis amigos

desde esta querida tierra uruguaya

Salú!

Thursday, October 11, 2007

Mala Vida

Wednesday, October 10, 2007

TRESDIENTES


El sujeto no desperdiciaba el tiempo en emitir sonidos. Dicen que había perdido el habla y tal vez la razón hacía décadas. Para Johnnie eso era una gran ventaja, porque no estaba dispuesto a perderse en conversaciones lastimosas con un desconocido. No le interesaba lo que Tresdientes tuviese para decir. No le interesaba nada que no fueran los diez pesos al día y el guiso del almuerzo.

Tallaba mientras tanto muñecos huérfanos con un cuchillito de cocina en las ramas caídas de los eucaliptos centenarios. Muñecos que se parecían a un tipo que en San Cristóbal decía que se parecía a un tipo de Minnesotta que vivía en Nueva York. Muñecos tan desnudos como las olas de una marea muerta.

No mostraba gran predisposición al trabajo el sujeto. Apenas llenaba el bebedero con agua cuando se acordaba. Le daba lo mismo el frío seco de las noches o el calor asfixiante de los mediodías. Miraba trabajar al Rompevidrios con una mezcla de asombro y admiración.

Según pudo escuchar Johnnie de los faenadores, Tresdientes había sido un legado del antiguo dueño del frigorífico. Fue transferido por escritura pública junto con los chanchos y el galpón. Suponían que era hijo de un patriarca de Santa Rosa con una de sus criadas, y a eso debía su exilio. El único que parecía tener interés por Tresdientes era el cura, que iba semanalmente al frigorífico a tomar confesiones. Johnnie, desde luego, hacía muchos años que no tenía nada que confesar.

Hacia la tarde del trigésimo tercer día de Johnnie en Cuchillo-Có, Tresdientes habló y dijo:

“Esta noche va a helar”

El Rompevidrios lo miró, mantuvo sus ojos enormes clavados en la frente rugosa de su compañero, pero no le contestó nada. Se limitó a dar vuelta con parsimonia el balde de maíz dentro del comedero. Cuando levantó la vista no encontró en el cielo más que nubes negras barrenadas por teros y caranchos.

Esa noche se tomaron una damajuana de vino Imperio que robaron de la cocina, y cantaron juntos viejas canciones de misa, que Johnnie apenas recordaba de su infancia. Las cantó como si expulsara cien demonios, y se preparara para una batalla sangrienta. Cantó como si al día siguiente tuviera que enfrentar un ejército de mil Normandos con un escudo y una espada de acero toledano. Cantó pensando que podía ser esa su última noche sobre la tierra.

Tresdientes, por su parte, descubría incrédulo que el hombre a veces puede permitirse algunas horas de felicidad.

2001, Odisea de cuatro cuadras

Pobre casa,
pobre casa que cae,
casa que inunda,
inunda y va quemando, cambio, cambio
hay cambio pago más
que merodea
donde las marchas, los cortes, las vidrieras
piden veinte
centavos otra vez para viajar,
centavos diez,
cinco centavos, dos
para comprar la bala.
Hay cambio, pago más
oro de luz lunar en la chica que pasa
mientras se va con ella
todo el día brioso que podría.
Vuelven moscas de lluvia, vuelven, ladran,
las alarmas con auto,
la lepra fecundada, inerme, chilla
cambio,
pago más bandas atrapadas
rehenes en el cuerpo, otro rebaño
antisecuestro ya viaja en carro grande
cerrado aplauso al tango embaucador
festeja el extranjero:
Comprarecuerdos; ojos.
Comprapieles. Ojo al bajar:
mirar
atrás al tango, pago más
sortea hoy
llévese ya su festival
de barro chico. Rumano.
Más duro que en Rumania toca y toca
Esa lambada torva en acordeón rosado
canción mal, sucio y fuerte.

Tuesday, October 09, 2007

Ni el pucho en la oreja

Me estoy extinguiendo.

Ayer desde La Dama de Bollini hasta Austria y Arenales, meras pocas cuadras, sólo me crucé un porteño y no estoy seguro de que lo fuera.
En este edificio, donde me ahogo en horas de trabajo, mi vecina rubia, tamaño compacto con la mirada desprovista de todo, proveniente de norteamérica -No Canadá ni México ni Groenlandia ni toda esa mierda congelada sino de la verdadera NORTEAMÉRICA- había dejado una bolsita en la puerta de su departamento con mierda de perro en su interior, un bonito siberian husky que se había mandado un lindo sorete cuyo olor inundaba el pasillo.

Costumbres extrañas.

No puedo dejar de acordarme las veces que, divertido, le hice contar a Ignacio la historia de los "gatos" sólo porque me gustaba eso de que la prosapia que los europeos le ponen a todo también se aplicaba a los madrileños. Pero en el vaivén del relato, mi momento esperado, lo que no me cansaba de oir, era aquello de que los "gatos" están prácticamente extintos.

Los bárbaros tomaron Roma. Ya no quedan madrileños auténticos, de los nacidos en Madrid, de los de padres y abuelos madrileños.

Los que me lean, no lo hagan desde la nostalgia. Nunca soporté ese Buenos Aires de aldea, que podía impresionar a alguien de América Latina o de las provincias. No me lean desde el chauvisnismo. Me interesa un carajo rodearme de iguales o de distintos -la verdad no me fijo- y no soy un nacionalista orgulloso, y de hecho creo que los argentinos tienen dos virtudes y una de ellas no les pertenece: la calidad de la carne vacuna y el culto a la amistad. No creo que haya mucho para enorgullecerse de nuestra conducta ni de nuestros aportes a la cultura mundial.

Pero tampoco estoy para caminar por Florida y que me asalte un tipo con camperas de cuero y un acento italiano que suena a aceite de oliva o para que en el Tortoni un fulalo de traje me diga que para tomar café hay que hacer cola. No le exijo a nadie emitir un carné de porteño que me permita transitar libremente por la calle pero sí debo confesar que me siento perdido en mi propia ciudad. Siento como si estuviera violando una norma por el simple acto de caminar una calle. Como cuando entrás de colado en una fiesta de quince o en un casamiento y algunos se dan cuenta y te miran mal.

¿Pero de qué colar en una fiesta hablo si estoy en extinción? Eso sólo lo hacían los porteños. Ya no lo hacen más. Ya no existen más. O si existen están tan perdidos como yo, en los sótanos o en las casas o tocando un tango en algún teatro de morondanga frente a un grupo de japoneses que vienen de ver una balalaika hecha por cosacos de Valentín Alsina.

Ahora hay lista de prioridades para entrar en La Bombonera. A trescientos dólares la platea media nunca la prioridad va a ser mía. Dentro de todo me consuelo en que poco a poco se extermina el puto "folcklore del fútbol", combinación que implica la posibilidad de vivir tres horas en el far west vigilando que no te choreen o te caguen a trompadas, pero igual hubiera preferido verme como un madrileño, con su platea en el Santiago Bernabeu domingo por medio en lugar de pagar el pay per view porque no queda otra.

En El Obrero el menú está en inglés.

Al final voy a terminar mis días con alguien que sea capaz de mostrarme Buenos Aires. Yo ya estoy desterrado y necesito un guía. O a lo mejor ni vale la pena. A lo mejor hay alguien esperando que me vaya. Que haga mis valijas, deje mi derpa en el centro -qué concepto: ¡el centro!- y lo alquile para turistas.

Si las cosas siguen así de dramáticas, Belgrano va a terminar siendo un barrio digno.

Thursday, October 04, 2007

Llanto per Ignacio Sanchez Mejias

IV. Alma Ausente

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y monjes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de tu boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Llanto per Ignacio Sanchez Mejias

III. Cuerpo Presente

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados.
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.

Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.

Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.

Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve
se calienta en la cumbre de las ganaderías.

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos;
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen dónde está la salida
para este capitán atado por la muerte.

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.

Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.

No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

Llanto per Ignacio Sanchez Mejias

II. La sangre derramada

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras

¡Que no quiero verla¡
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!

No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un rio de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!

Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.

¡¡Yo no quiero verla!!

Llanto per Ignacio Sanchez Mejias

I. La Cogida y la Muerte

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!