Friday, November 18, 2011

Noviembre Jacarandá


no me gusta la puésia así rimada pero hay excepciones. la foto sí, es mía.




y barren el azul con sopladoras
dos tipos con turbinas a la espalda
van soplando el azul como una falda
volátil en el viento y en dos horas
van rodeando la plaza y acorralan
... el cielo que se había derramado
por todas las veredas entregado
al peso de la tierra y lo señalan
lo expulsan en tormenta borrascosa
de lilas y el deber municipal
se cumple con rigor impersonal
y embolsan a noviembre y a otra cosa
qué celeste la lástima que da
que lo borren así al jacarandá

Ramón Paz

Tuesday, November 15, 2011

Brilla

tu vaso.
Brilla tu whisky
opalino, tembloroso y lleno de virtudes.
Brilla una mano clavada en la cruz
por encima del ojo del buey.
Las dos monedas
-cara de rey y seca de un cuarto-
también brillan, sobre la barra.
Como los ojos salados del marinero, en su gorra
-con fondo negro / letras doradas-
brilla el nombre "HMS City of Bombay."
Brilla un poco la sangre
y luego se vuelve opaca,
brilla un instante la vida en los ojos
antes de abandonarlos.
Brilla el sol en un día soleado,
Brilla el sol a través de las nubes
y brilla de noche
en el reflejo de la luna
y brilla mi gato
desde el tejado
maullándole.

Wednesday, November 09, 2011

¿Menos es más?


Suelo, cada vez más esporádicamente, escribir una columna de opinión (política, actualidad, sociedad) en un portal de noticias de la zona sur del conurbano bonaerense. No tengo pauta de trabajo, ni deja de salir el portal si no la escribo, por lo que la voluntad de escribirla queda prácticamente en mí (la paga, gratamente lúdica, podría ser el mayor aliciente).
En general, mi vagancia y las circunstancias me llevan a la dilatación temporal hasta que el tema deja de tener vigencia, con lo que el remordimiento de no mandar la nota va aminorando como en fade: si la mando ahora quedaría prehistórica, me digo finalmente en el preciso momento en que me atisba un segundo de voluntad por comenzar a escribirla.
Pero a veces pienso que no tengo que ser tan culposo, que tal vez mi proceder (o no proceder, mejor dicho) tiene que ver con los tiempos en que vivimos.
Ejemplifico. Por estos días se me ocurría escribir en aquel portal sobre lo del dólar. Lego en cuestiones técnicas de economía, apenas tenía una idea: razonable y equitativo es para un estado intervencionista pedir justificación de recursos ante el fisco para comprar verdes (sobre todo si hay una pretensión redistributiva); pero la medida peca de efectista, pues la inmensa mayoría de los porteños de a pie que se queja por la imposibilidad de compra arrastra de larga data la costumbre de comprar el billete norteño en negro. Costumbre casi tan común como caer en operaciones ajenas –cadenas de email, comentarios boca a boca apocalípticos, medios interesados, etc.- o seguir aspiracional o tilingamente lo que los grandes jugadores hacen en un par de movidas.
Sea como fuera, lo cierto es que no está (tenemos) normalizado lo que en varios países desarrollados: si comprás algo (verdes, en este caso) tenés que justificar de dónde sacás el dinero, que aportaste lo que el contrato de moderna convivencia te imponía. Entonces, en el caso argentino, habría que ir más hacía atrás, formalizar, bancarizar aún más el sistema (al cual el estado debería empujar de alguna manera para que otorgue créditos blandos hipotecarios, por ejemplo, pero ese es otro tema). Dirán, los que tomaron la medida, que por algo hay que empezar; aunque sea en una instancia inadecuada, como en este caso. Allá ellos, por ahora no parecen equivocarse mucho, por lo menos el aval electoral lo demuestra.
Pensé también no mandaba la nota porque, como decía antes, esta apenas se reduce a una idea: no se puede de un día para otro pretender que compren con formulario Afip a quienes tienen por costumbre la informalidad; se requieren medidas en etapas previas, primero (aunque suene redundante). Formular con palabras esto difícilmente me ocuparía más que un par de párrafos. Tan concreto ese pensamiento, que hasta podría resumirse -agudeza y código compartido mediante- en 140 caracteres (un Twitt). O no: a la hora de escribir una columna, lo que comienza en una idea termina en casi una decena de párrafos y en un dolor de cabeza para el editor web quien, con razón, me dice que al leer una nota en la red el lector apenas mantiene la atención durante unos pocos párrafos. Refuto otra vez, sabrán tenerme paciencia, diciendo que pocos placeres para el lector interesado como la prolongación de un texto que se va disfrutando; pero lo cierto es que es al lector desprevenido, casi circunstancial, al que hay que seducir en un portal de noticias web. Y ese requiere una velocidad y una contundencia cercana al Twitt.
Entonces me pregunto en si los tiempos nos imponen modos de pensar y escribir (o alrevés), y si ahí hay algo que todavía no discierno bien de los Twitts. ¿Y si el intercambio de Twitts supone e impone agudeza, certeza, profundidad y resumen? ¿Hasta que punto el formato, la tecnología, el mercado, tiende a determinar los contenidos, como sucedió la entrega en plazos por folletines, hace ya mucho tiempo? Ya sé, muchos saldrán a bancar las argumentaciones profundas, los párrafos para desarrollar ideas, etc., frente al mundo aparentemente inmediato y superfluo de las herramientas digitales con las que convivimos. Así tiene que ser. En esa tensión, la fuga será, irremediablemente, hacia adelante. No queda otra, pues nos tenemos que entender.

Tuesday, November 08, 2011

Smoking

Canta tu cabeza
entre los puños
agachada
hacia adelante
como un ariete romano.
Pero hoy no.
Porque hoy
diluvia en Philadelphia
diluvia en Fairmount Park
y en tu gimnasio viejo
entre bolsas viejas, posters viejos, cuerdas viejas.
Y tu memoria, vieja, que pasa lista:
Jerry Quarry, Oscar Bonavena, Buster Mathis, Eddie Machen, Doug Jones, George Chuvalo, Jimmy Ellis.
Tres con Cassius, que te llamó tío Tom
cuando el tío Tom era él.
Diluvia en tu hígado
y qué tristeza Smoking Joe
no ver más tu cabeza cantarina
tu meneo, la boca gruñendo, resoplando
vos haciendo una mueca de todas las agresiones.
Desgastarlos
con tu incesante presión,
desgastarlos.
Dentro del rival
no importa con quién siempre al frente.
Canta tu cabeza
entre los puños.
Qué tristeza Smoking Joe.
Qué tristeza.