Monday, March 31, 2008

Sunday, March 30, 2008

Creí que iba a comprar un auto


pero yo no sé
comprar autos.
Sé comprar guitarras
single malts
y esas cosas.
A la media hora de andarlo
entró a echar humo
me quedé clavado entre el peaje
y la villa. Sin banquina siquiera.
Dejé el Volvo; volví atrás, esquivando a pulso
camiones y puteadas, bajo el sol de Ausa a buscar agua
porque el humo en realidad
era vapor.
Crucé la autopista por arriba:
La sensación
es la de atravesar una fábrica de peligro,
por unos puentecitos metálicos para operarios
donde apenas cabe una persona
subí y bajé esas miniescaleras industriales
las más empinadas que vi en mi vida.
No tenía botella. Del otro lado me ofrecieron
un viejo bidón con restos de detergente perfumado.
La amabilidad de esas chicas
fue el beso del destino en la jornada.
Volví al Volvo
con agua para ese pobre motor caliente que lo hirvió.
Arrancó igual,
atrás quedó el asentamiento 31
y otra vez; el vapor, riéndose
entró a soltar señales apaches por el capó
atrayendo a las almas circundantes.
¿seré parte de una película?
Hace veinte años que
intento comprar un auto.
Ilusión imposible
en la cual reincido
como viento necio del desierto
que se entusiasma y cree desatar diluvio.
Dos décadas ignorando
que si los autos no quieren, no quieren.
Cuatro lustros de negligencia
en vez de mantenerme
en las guitarras
y el escocés.

Friday, March 28, 2008

Vals en Retirada

Olfateo los costados de la ruina
las veredas donde no hay amigos
ni tragos, ni música.
Las calles desiertas donde los teléfonos suenan
y suenan
y las chicas nunca atienden.
Estoy perdido en un pueblo donde nadie me conoce
ni me ha visto jamás.
Detrás de un vals en Re menor
de una cortina de paja y muletas en alto.
Soy nadie,
vengo arrastrándome
por un suburbio desolado
entre casas bajas y plátanos desnudos,
entre perros que me miran con recelo
y esperan su oportunidad.
Voy cuerpo a tierra entre la nada
de parrillas humeantes
y garajes con camionetas de lujo estacionadas.
Otro silencio que se fumiga.
Otra sencilla traición de barrio
que se paga con sangre o casamiento.
Olfateo los costados de la ruina
las veredas donde no hay amigos
ni tragos, ni música.
Estoy llegando bien adentro
donde la oscuridad empieza a ser transparente.
Me ven, me pueden oler,
pero soy ignorado.

Donde brillan pescadores, donde brillan los tangueros

Cofrades Pescadores,
en la corriente de la distancia
se va desplazando el eco

del murmullo barraquero

donde brillan pescadores,
donde brillan los tangueros.

Che, ¿por qué los turistas que nos visitan se visten de Dora la exploradora?

Del Prostíbulo al Colón

El Fin de la Infancia

Thursday, March 27, 2008

Día mundial del teatro


Queridos pescadores:

En homenaje al día de los dramaturgos, incluyo un extracto de la adaptación cinematográfica (en diferente lugar, diferente época) de Luces de Bohemia del genial Ramón María del Valle Inclán

Luces de Arrabal
DON DIEGO: (serio) Es preciso reconocerlo. No hay país comparable a Francia. Allí el sentimiento artístico tiene tanto decoro., tal dignidad que indudablemente las más honorables familias son las de los artistas. !Tal como aquí en Buenos Aires¡


ADRIÁN LUCERO: Siempre está nevado sobre tu sueño, París. Aquí los artistas son muy bolches. Nuevos cristianos sin saberlo.

DON DIEGO: (enloquecido) !Gente¡ París me ha convertido al dogma iconoclasta, al cristianismo del arte. Ver la idolatría de ese pueblo.

ADRIÁN LUCERO: (crispado) Mi Argentina es al arte, incluso en el centro de África.

DON DIEGO: Maestro, tenemos que continuar con la renovación del arte del tango. Hacer la revolución de milonga y burdel. Con todas las exageraciones del momento.

ZARASTRUSTRA: Sin arte no puede haber buena fe en el comercio

DON DIEGO: Maestro, hay que seguir con la Catedral del Tango.

ADRIÁN LUCERO: (enloquecido) !Y la sede e la jeca¡

DON DIEGO: Magnífica sede.

ADRIÁN LUCERO: Rodando la sede Gardeliana

DON DIEGO: Canté por todos los teatros del mundo y he aprendido que los pueblos más grandes no se constituyeron sin una leyenda nacional. La creación política es ineficaz si falta una conciencia de héroes nacionales con su ética superior a las leyes que escriben los hombres.

ADRIÁN LUCERO: Ilustre tanguero Don Diego, estoy de acuerdo. La miseria del pueblo Argentino, está en decadencia entre la vida y la muerte. La vida es un puchero amargo. Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una gaga de viejas que disecan el gato cuando se les muere. Este país parece un entierro.

DON LATINO: ¿ Y que nos cuenta de esos mariconazos que tanto mandan en parís?

DON DIEGO: (ofendido por la pregunta, mira a Don Latino como su fuera un pelotudo) No hay tanto maricón y si lindas morochas y rubiejas. Además ir de furda no resultaba tan caro Don Latino como usted pudiera pensar, al menos antes del final de la convertibilidad.

DON LATINO: (sincero) Adrián vamos a morir en Paris. Apúnteme usted las señas de ese Molino Rojo, Don Diego.

DON DIEGO: En Montmartre, ¿No caen ustedes? Muy decente. Mejor que aquí esta esquina Carlos. Por la tarde canciones, tango , por la noche rag time y chicas lindas de kan kan. Todo muy limpio. Jabón y agua caliente, eso sí con una pequeña propina.

ZARATRUSTRA: !Es verdad que las propinas son pequeñas¡ No como los latinos que tenemos que pagar a todos.

DON LATINO: En España se paga aún menos, los franceses son latinos, !no seas inculto argenta¡. Pero lo dicho, me traslado a París. ¿Cómo vos no se quedo mas de dos meses?

DON DIEGO: Porque estaba tirado por la vida errante bohemio. Anclao en París Curtido de males, lleno de apremios. Pensaba !Que lejana Buenos Aires que linda que debe de estar¡

ZARATRUSTRA: (orgulloso, conciso) Buenos Aires es la envidia de los extranjeros.

ADRIÁN LUCERO: Cierto, que sería de Buenos Aires sin sus cafés y esquinas. Acaso más tristes, menos coléricos... quizá un poco más tontos, auque no lo creo.

Wednesday, March 26, 2008

Sopita

Es todo tan insípido
que hasta el mínimo guiño
me resulta un Picasso.

Tuesday, March 25, 2008

Presentación

Me sumo al blog esperando estar a la altura. Y me sumo al tema escabio. La paradoja en este caso es escribir sobre situaciones en las que, líquido etílico de por medio, uno debe apelar al recuerdo cuando la falta de este es recurrente.


En este orden de ideas, pienso que tal cual hacen la percepción y el sentido común aprendido socialmente para encontrar lógicas instantáneas (cine, ver escenas secuenciales del tipo: hombre sale del portal de una casa y llega al portal de otra, en el medio nos imaginamos, damos por hecho, el viaje que no nos muestran), uno tiende a “acomodar” las cosas ahí donde la memoria se mandó a mudar. Entonces apelamos al Deber ser. Instauramos el recuerdo, sus circunstancias, según la idea que tenemos de nosotros mismos. Es que tal vez hablen más de nosotros esos parches que les ponemos a la memoria que los hechos que realmente ocurrieron. Tal vez eso sea lo que ocurra en las historias desmemoriadas, como la que pasaré a relatar.


Principios de los noventa. Ocasión: el bautismo de la sobrina de mi amigo Lucas. En un salón de Almagro, cuando caía la tarde. Por algunos detalles que contaré más adelante, me animaría a decir que si de estación del año se trata, podría ser otoño o primavera. Prefiero otoño, así que pido licencia.


¿Dónde entro yo? Cual jardinero Cruz, entro de suplente. Por ahí un desengaño amoroso. Pero por lo menos no era mío, sino de mi amigo Lucas, quien ya no tenía novia para lucirse (estaba buena) ni para sentirse pleno (la quería y mucho), así que miró alrededor; tenía un amigo prometedor, tirando a serio según la ocasión, con quien se podía hablar de muchas cosas y, principalmente, cursaba primer año de abogacía. Así quedamos: Lucas, toda su familia, la familia del esposo de su hermana, la bautizada, que amalgamaba biológicamente a ambas familias, y yo.

Apenas me senté en la mesa tuve esa sensación tan fea de “¿qué hago acá?”. Debe haber sido una de las primeras veces que me pasaba, pero esa escasa experiencia no me había impedido elucubrar un antídoto que sigo utilizando: dejarme llevar, que es muy distinto a tratar de mimetizarme, cosa que no me sale. Llevar a cabo esta táctica me ha llevado a tener como resultado de mínima el transcurrir el momento, y de máxima vivir gratas experiencias de manera natural.


Hace poco me pasó. Era el cumpleaños de una amiga de mi anterior novia. Obvio, no conocía a nadie. Y me dejé llevar por los pensamientos, por la aislación y por el toscano que me acompañó en la vereda fuera de la casa, lejos del grupo. Más de un “que raro tu chico” o “qué callado que es” no me llevé.


Vuelvo al bautismo. La cosa empezó mal. Me sientan justo frente a una prima de Lucas. Respondo la pregunta: no estaba buena. Y yo era un partido bien de clase media. Insisto, semblante inofensivo, flaquito, cara de nene, estudiante. Tenía todo a mi favor para avanzar, pero ni con tres whiskies encima, como se dice, le daba a la joven prima. Es más, pasaba de largo en la última recorrida de boliche a los veinte años, a eso de las 6 de la mañana, y eso es mucho decir. Pero, como descubrí en la conversación que forjó su madre, sentada cerca nuestro, la prima era buena y tímida. En algo me conmovía. Era lástima quizás, por la situación que le hacía vivir su progenitora. Así que me mantuve amable. Esa madre, mujer de permanente rubia llevar, me hacía preguntas y cuando yo respondía la miraba a la hija (y acá tal vez mi mente llena los baches de la memoria, porque supongo que la cosa no era tan así, pero así la recuerdo). Creo, estoy casi seguro, que la prima estaba tan incómoda como yo.


El dilema era ser caballero con la chica, pero manteniéndome alejado de la situación. Mi amigo, gauchazo, se sentó bastante lejos de mí y se olvidó de mi existencia. De lejos lo veía congraciar (¿habrá realmente sido así?) con la familia política de su hermana, la madre de la bautizada.

Bueno, yo estaba solito con la prima, la tía y alguna abuela, que también me pusieron al lado y que ahora debe estar retozando en algún Campo Santo. Y como decía, comencé a fluir, a dejarme llevar. El único aliado que tenía era el vino que un mozo llenaba insistentemente en mi vaso. Distenderme fue algo así como hacer rafting sobre un río púrpura. Todavía me faltaban algo así como 15 años para darme cuenta que lo mío no es el vino, y menos el malbec, al que no paran de darle manija, viejo. Del vino me cae tan mal su acidez como la necesidad de tanto traicionero volumen para que te sitúe en un escenario acorde a Bogart (“el mundo está dos vasos de whisky atrasado”), del cual siempre me hace pasar de largo, cosa que no me sucede con el de Escocia, el de Rusia o el de Suecia.


Como siempre, llegó un momento en que me sentí tan sobrio como borracho. Ante la duda es borracho; como ante la duda es travesti. Máximas que no suelen fallar. Pero cuando estás en el ruedo... te sentís sobrio.


Algo borracho estaría, porque de la prima no me quedan más recuerdos. Y algo sobrio estaba, ya que en el momento de la despedida, mientras saludaba al núcleo familiar que también faltaba partir, yo guardaba, bien escondida, una botella de tinto dentro del forro de la campera de gamuza. Era un hurto (sin violencia, algo aprendí en la facu) que le hacíamos a la fiesta en complicidad con mi amigo, para ir desde allí mismo a otra fiesta. Confirmo el estado de ebriedad, del que acabo de dudar, con el hecho desencadenante de estas líneas: terminando la despedida, una situación bien extremis si las hay, de la campera resbaló la mentada botella. Estalló en suelo cuando ya no sonaba música en el salón. La ví caer en cámara lenta, como carrito de bebé por escalera. Y hablando de bebé, debo aclarar que ningún vidrio se le incrustó a la bautizada, ni en un ojo ni en ninguna otra parte de su cuerpito. Es que también estaba muy cerca.
Todos me miraban. Recuerdo que me dije, y actúe en consecuencia, “nada puedo hacer, que pase el tiempo, en algún momento estaré tranquilo frente a una playa olvidado de esto”. Y pasó.
Amigo al fin, Lucas me bancó y partimos rumbo al Abasto, hacia un lugar que se llamaba Babilonia. Éramos los más elegantes. Y no tuve que tomar mucho más para ponerme a tono con el lugar.


Como tantas veces, no sé como llegué a la casa de mis viejos, con quienes todavía vivía y viviría por varios años más. Lo que sí sé es que no pasó mucho para que a la prima de Lucas la dejaran embarazada. Yo tardé un poco más en abandonar Abogacía.

En este pueblo de mierda ya no te dejan hacer nada!!

Monday, March 17, 2008

El cuadrilátero:

única superficie justa que
carece de geometría real,
donde la fanfarria
es silencioso olor a pata,
y la plastiquería
no existe ni en olor;
no está invitada.
El mundo sería mejor
con dos whiskies de más
como decía Humphrey
y por qué no,
con un round de regalo,

y por supuesto
con una buena cocina humeante
y a la vista de los amigos.

EIRE



El pasado
enaltece y oprime.
La isla de mi sangre
perpetúa sus espadas
aún en la tenaz derrota.
Las marcas
del santo y del tirano
no se quitan
con el agua de Aran
ni con el aliento que trasunta
las praderas de Leinster.
En sus entrañas
levitan
las almas de los pastores
alimentadas por la poesía
que los mil años de tristeza
le fueron dictando
a sus juglares sacros.
Esa poesía lava la angustia.
Esa poesía mantiene firmes
los cimientos
de la vieja isla inabordable.

Friday, March 14, 2008

Tuesday, March 11, 2008

Sequia pescadora

Ante mi falta de tiempo que lo estoy dedicando al trabajo, al boxeo y a la juerga, os paso un extracto de ¨LLoran tus ojos azules", pero prometo escribir pronto.

La esperanza


Por los años ochenta, María y James no están juntos y llevan el suficiente tiempo sin estarlo, como para no notar sus necesidades. María, sigue tan bella aún no siendo ya tan joven. Además, es ahora más conformista. Sin duda ahora está más adaptada al mundo real. A pesar de ello, sufre la inmensa amargura que la provoca la necesidad de querer encontrar su sitio para entender.
Porque, María buscaba un sentido a su existir. Cuantas veces había pensado en la levedad de lo que suponía, tan sólo, mantenerse. Sobre sus espaldas cargaban infinidad de acontecimientos dignos de contar pero que nunca querría que fueran relatados. Quería entender y que la entendieran. El hombre recopila un cúmulo inútil de recuerdos vanos. Un gran problema de un suceso proviene de lo más nimio sacado de contesto y la ridícula la atención que pudiera suponer en el momento dado.
Aquel día de su cuarenta cumpleaños María recordaba a James, aquel del que creyó no recuperarle nunca más, Y ¡Dios mío! , A la única persona que podía haber querido si esperar contraprestación.
- ¿Porqué las cosas desde la distancia se ven tan claras? Como algo que no se entiende en el momento vivido, después se ve cristalino. Cómo me arrepiento de tantas cosas, pero sobre todo de lo que te hice. Fui una gilipollas sin remisión. Una puta de tres al cuarto.
María era una mujer tan hermosa como seca, tan inteligente como fría. María no amaba la vida, nunca la había deseado. No se quería a ella misma, permanecía convencida de nunca saber del verdadero amor. En su cuarenta cumpleaños volvió a recordar lo que siempre había sido muy consciente: Esta vida parece una farsa.
- Las primeras veces que me acosté con James nunca fueron por amor. Las únicas veces que lo hice se debieron a que me atraía, además, teniendo en cuenta que él me deseaba. Llorábamos juntos las desgracias pasadas. Lo único distinto y que me confortaba era el notar que parecía más sentido por mi compañero. Tan romántico, tan preocupado más porque disfrutara yo que por que disfrutara él. Notaba su gran entrega, sus sentimientos, su desprendimiento hacía mí.

Un día decidí que el fuego era demasiado caliente


demasiado prometedor, demasiado querible
demasiado atractivo, fijaba los ojos en él
y embrujaba demasiado, ataba demasiado
no podía sacarle la vista de encima.
Un día decidí que fuego era demasiado vivo
flameaba demasiado, tenía demasiados colores
demasiados azules, demasiados amarillos y violetas
demasiados rojos.

Dejé crecer mis uñas, mis dientes
entrecerré los ojos y busqué dentro
encontré toda mi oscuridad
la apilé y la comprimí en un único bloque
dejé que me pesara, que me comiera
pedazo por pedazo hasta no quedar nada
y cuando ya estaba negro
arremetí contra el fuego y con las uñas y los dientes
lo mordí y lo arañé
traté de ennegrecerlo, de volver todos sus demasiados
en la ausencia, en el negro.
Me abracé con él y nos revolcamos
Se resistió y me resistí,
y me dolió y le dolió.

Se soltó y manteniendo la distancia del horizonte,
temeroso
me observó y yo lo observé agotado,
quemado hasta las ampollas,
piel sobre piel, con los dientes rotos
lleno de hollín y de polvo.
Quemado.

Pero yo.

Y agua al fin.

Sunday, March 09, 2008

Anita volvió al pueblo


Y el tipo por la calle, a los tumbos,
con la corbata floja, al anochecer,
mientras la luna barre la séptima avenida.

Vos, que a la noche te quedabas despierto para mentir
te acordaste de todo
ahora que Anita volvió al pueblo.

Yo sé porqué tomás como un beduino
te conozco las coartadas y excusas
no disimules;
te lagrimean los ojos,
ahora que Anita volvió al pueblo.

Cayó de la parra
te puso al descubierto;
me dijeron que estuviste dado vuelta como una media,
en algún comedero barato, en no sé dónde.
Te creíste que la habías cambiado,
hasta que descubriste
que Anita había vuelto al pueblo.

Y los pibes de la esquina buscando roña,
y los marineros que son una manga de burros:
esas cosas nos rodean para siempre
y nunca van a cambiar,
pero sería bueno
seguir viéndote deambular por acá,
ahora que Anita volvió al pueblo.

Friday, March 07, 2008

Interrogatorio

-Tomar todas las cargas
Tomar todos los dichos
Tomar todos los rumores
Tomar todas las borracheras
Tomar todas las lágrimas
Tomar todos los insomnios
Tomar todos los dolores
Tomar todos los minutos sin
Tomar todos los minutos con
Tomar todos los pulsos
Tomar todas las risas
Tomar todas las enfermedades
Tomar todos los descansos
Tomar todas las botellas
Tomar todos los cansancios
Tomar todos los hijos
Tomar todas las lluvias
Tomar todos los remordimientos
Tomar todos los arpegios
Tomar todas las jaquecas
Tomar todos los peces del mar
Tomar todos los peces de la tierra
Tomar todos los infiernos
Tomar todos los sótanos
Tomar todas las terrazas
Tomar todos los amaneceres
Tomar todos los secretos
Tomar todas las montañas
Tomar todas los pesos y medidas
Tomar todos los deseos

-Estoy dispuesto

-Tomar todo esto, multiplicarlo por mil, por diez mil, por un millón, por lo que te aterre y te resulte intolerable, por lo que te desmembrana, por lo que corrompe tu identidad, por lo que te pierde, por lo que te anestesia, por lo que abre el estómago y te hace salir las tripas, por lo que te condena.

-Estoy dispuesto

-Tomar todo el Amor

-Estoy dispuesto

-Tomar toda la Vida

-Estoy dispuesto

-Tomar toda la Muerte

-Estoy dispuesto

-Entonces podés entrar.

Thursday, March 06, 2008

EL TIPO QUE DECIA SER BOB


Habló mientras masticaba un pedazo de pan.

“La maté de un garrotazo en la nuca, los tiros vinieron después. Era una mina difícil la cubana, no entendía bien de que iba la cosa. Se encajetó con que no me daba el pinet para ser Bob Dylan, justo a mí. Empezó con el tema de las manifestaciones, teníamos que estar presentes en todos lados con bombos y banderas, consagrarnos como adalides de la justicia y defender al mundo de todas las amenazas presentes y futuras. ¡Justo a mi venirme con esa milonga! Yo estaba para otra cosa y se la canté de movida, pero no me quiso escuchar. Un tipo que quiere ser Dylan está para otra cosa, ¿me entiende? Pero la negra siguió batiendo el parche, hasta que no tuve más remedio. Ud sabe Comisario cómo es esto. Yo la quería, ¡puta si la quería! Pero se nos fue de las manos la discusión. En un momento fue ella o yo, y tuve que adelantarme. Me dolió tanto, que dejé el laburo por la mitad, no pude seguir. Ustedes me conocen de años, se pueden imaginar como fueron las cosas; si algo no hice nunca es dejar un laburo por la mitad. A Ud no le voy a mentir Comisario, los dos tenemos nuestra reputación bien ganada, nos conocemos de años en las calles. Después que se arreglen los abogados y el juez, no va a ser la primera vez, pero entre nosotros las cosas fueron claras desde el vamos. Palo y a la bolsa mi Coronel, como siempre, no importa quien fuera el palo y quien la bolsa.”

Tomo aire, masticó otro pedazo de pan y continuó hablando.

“Es como le decía, la maté cuando no me quedó mas remedio. Se me vino derecho al cuello con una jeringa, y alcancé a acomodarla de un sopapo, pero la mina era aguantadora. Se levantó como si nada y otra vez se vino a la carga. Parecía una hiena poseída por el demonio. Le veía en los ojos rojos todo el odio acumulado desde que a los abuelos de sus abuelos los subieron a patadas en el culo en los barcos de África. Era capaz de liquidarme si le daba un centímetro. No por ser mujer se tiene menos coraje, al contrario. Sobre todo cuando el destino esta jugado Comisario, y la cubana estaba de regalo hacia muchos años. Terminamos nadando en la sangre y en la mierda, como gladiadores romanos. Y en el circo gana el que tiene más oficio.”

“¿Porque quise ser Bob? Ud. sabe como son las chicas Comisario…”

Wednesday, March 05, 2008

Tuesday, March 04, 2008

Muerte de Antoñito El Camborio



A José Antonio Rubio Sacristán

Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.

Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
¡Ay Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
¡Ay Federico García,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.

Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado,
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.