Wednesday, September 30, 2009

Sexo Oral

Toda mi vida me sobrepuse a las caras bonitas,
a los autos, a las tribunas
a los estuches, a las alfombras,
a los relojes, a las revistas,
a los nacionalismos, a los sillones
y a los hoteles.

Pero jamás me sobrepuse a las ostras.

Porque la gracia de la ostra
cruda
palpitante
o como dice el sufí

"Húmedas trampas
Dispuestas a atrapar al ingenuo"

la gracia de la ostra
es que sueña con el gusto del Mar.
Beberse una ostra
-porque la ostra se bebe-
es tragarse el océano entero,
es olfatearla, llevarla a los labios y dejarla reposar,
emborracharla en champagne o en un sauternes,
exaltar ese sabor a mar
jugar con esa humedad entre los dientes, en la lengua, mantenerla entre los labios,
sorberla y absorberla hasta tragarla suavemente
ese océano
esa inmensidad de sabores
que te explotan el cerebro y te hacen saltar los ojos,
todo eso
y lo indecible
que se escribe en flujo
al acabar.

8 comments:

El guardian de la maldita ota said...

Soberbio Gilga, cosi exquisito, como una buena ostra

Laura said...

Genial..!

Maro said...

Me piache!

La Fiera said...

Compro!

el gloria said...

hay algunas cosas con las que uno claudica, don gilga, y no esta mal, no...

Gilgalad said...

Me inspiré en unas ostras que comí en El Miramar (San Guan y Sarandí, el barrio del Gloria y del Guardián de la Maldita Ota).

Estaban increibles. Era como tragarse el Mar, posta.

Maro said...

En ese retorán, hace algunos años, comí caracoles con salsa. Los caracoles se comen con mondadientes, el tenedor no sirve.
Que caracoles! Era como tragarse un baldío.

Sancho said...

Qué grande Gilga. Me impresionó especialmente este título. Nunca había pensado en el desdoblamiento posible de "sexo oral" y, al decir de Sebreli (un cuchillero taura muy amigo de la fiera que para en Pepirì y Montes de Oca)resulta sorprendente la riqueza polisémica de este "sexo oral" donde se interpenetran las diagonales semánticas, semióticas y sementales. Groooooossssssoooooooo.