Tuesday, August 07, 2012

El papá de mi amigo


En Buenos Aires tengo a mi amigo, y tenía al papá de mi amigo.

Nunca supe si Leandro me llena tanto por él mismo o por sus viejos.

A su padre creo que nunca le llamé por su nombre, le tenía tanto respeto que le decía el papa de Gilgalad o como mucho y no sin ruborizarme un poco por lo argentino de la expresión, robada , copiada , compartida:  el viejo de Gilgalad.

Me llevaba a Boedo, me presentaba a sus amigos, y me hacía sentir bien en un lugar que yo no era más que un visitante impertinente. Todos me acogían porque él lo quería.
La vida es un cumulo de detalles, recordamos los buenos y los malos, las medianías se olvidan en el fondo de nuestra memoria. Y él me dio momentos buenos. Nunca olvidaré un día, escuchando en su casa, ese piso imponente de mansión de las que ya no quedan. Pues como decía, nunca olvidaré escuchando aquella canción de Sabina; y cada frase que cantaba Sabina, el padre de Gilgalad la comentaba, emocionándose y emocionándonos a todos los que estábamos presentes… , y claro ese señor admirable , respetable, sabio y ponderado,  consiguió que ese día dejara der ser el papá para ser un amigo más. Gracias por el honor, de verdad gracias por darme el honor.

Y no puedo decir más porque los que le conocisteis mejor, sabéis todo lo buena persona que fue, mejor aún que yo.

Y siento nunca haberle podido decir lo que te quería y admiraba tu hijo. Siempre estas presente en todo momento, porque Leandro piensa que es muy afortunado por tener a la persona mas virtuosa como padre. Pero bueno me imagino que ya lo sabrás… y como diría Sabina, me disculpa por el tuteo.

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