Tuesday, May 02, 2006

carrera de bondi

Habíamos dejado Dublin a las 8,30 am con las caras desbordando de lagañas. Habíamos hecho tres horas y media de autobus. Habíamos llegado a Belfast al mediodía de un domingo, una ciudad desierta y militarizada, con tanquetas y patrullas en las calles.

"-Henryyyyyyyyyyy!"

Al llegar a la estación de autobus, lo primero que hicimos fue preguntar a qué hora salía el micro de vuelta para Dublin. La respuesta "-En una hora." nos borró el sueño de la cara. Incluso con el objetivo poco claro que teníamos, el tiempo no nos alcanzaba.

"-Henryyyyyyyyyyy!"

Habíamos llegado a Belfast con la idea de pasar el día. "-¿Qué hay en Belfast?" me preguntaron el Negro y Cancho. "-¿Qué hay en Belfast?" me preguntó en su acento pelirrojamente irlandés la dueña del Bed & Breakfast donde nos hospedábamos, al vernos salir tan temprano ese día.

"-Henryyyyyyyyyyy!Are you fucking sleeping?" gritó el inspector.

El inspector de barba, de uniforme, de acento arrastrado, fue la primer persona que nos preguntó qué demonios habíamos ido a hacer a Belfast. Henry apareció, evidentemente dormido, y recibió una cascada de explicaciones en ese inglés gaelizado inconfundible e inentendible. Salió corriendo, se metió en el garage y apareció montado en un autobus vacío con la puerta delantera abierta. "-Come on guys! Hurry up! You've not much time!" gritó el inspector y acto seguido, pese a la inverosimilidad de la situación, los tres nos subimos a las corridas.

Ruido de gomas, frenadas y curvas. "-THERE!" gritaba Henry después de alguna frenada poco sutil. A la voz de THERE! los tres turistas evidentes, bajaban corriendo del bus, disparaban las cámaras y volvían corriendo a subir al bus. El ritual estaba ordenado a repetirse tantas veces como fuera posible, en los 45 minutos que nos quedaban antes de tomarnos el último autobus, el que nos llevaría, después de solamente una hora en Belfast, de vuelta a Dublin.

En la estación, Henry se negó a aceptar nuestra propina, que tampoco era gran cosa: unas 20 libras. "-No thanks. Has been a pleasure!" respondía ante cada intento y el único argumento que demostró su validez fue el último: le pedimos que usara el dinero para tomarse unas cervezas con sus amigos. Nos despedimos entre grandes abrazos, menciones a Maradona, a Irlanda, a la Copa del Mundo, cuando no, a Inglaterra, "-dirtynaughtydogs" dijo él y nos fuimos con la sensación de qué, de haber contado con más tiempo, Henry y nosotros hubiéramos sido amigos entrañables.

Cuando llegamos a Dublin, muertos de frío y hambre, nos metimos en un lugar en el Temple a comer algo. El pub estaba semivacío y el dueño nos preguntó de donde éramos, qué hacíamos, en fin... lo habitual.

"-But what on Earth did you go to do at Belfast?"

"-Fuimos a ver los murales del IRA" le respondí en inglés. "-De hecho, es lo único que conocía de Belfast y la verdad que valieron la pena".

1 comment:

Sancho said...

Me gusta.
Tiene el color del extranjero que va a buscar lo que no sabe y encuentra donde no esperaba.