Sunday, May 03, 2009

Te amo, te amo, dame más


Dice un experto peronista cuyo libro estoy corrigiendo:

"En el caso de Perón, la lectura del padre de la psiquiatría argentina, José María Ramos Mejía, le sirvió en su proyecto de dar organicidad a la multitud, considerada como femenina –pasional, no muy razonante, seducible– y en necesidad de ser controlada, encuadrada, desde afuera, por una suerte de súper marido."

Y entonces conjeturo:

La lección del Pocho fue ejemplar. Hoy sus legítimos herederos (que son los pícaros y no el pueblo) conocen al dedillo y al pijillo cómo se sodomiza a la multitud ardiente; cómo se le debe hablar y acariciar la nuca para que siga pidiendo más mientras jadea agradecida.
Creo que Solá tiene razón: el peronismo trajo el amor a la política. Pero ¿Qué tan bueno es el amor? Porque... retomando al salmón autodidacta de las dos mil canciones ¿se puede vivir del amor?

5 comments:

Homero Beltrán said...

Felicitaciones por tan estimulante trabajo. Con respecto a lo que dice el experto, espero que no limite su análisis a esa lectura psiquiátrica de Perón (que, permítaseme, yo entendería desde el paternalismo hacia esposa e hijos más que como una cuestión meramente sexista), y además se perdería otras asimilaciones del general, como por ejemplo el haber dado en el molde perfecto de lo que Weber llamó “líder carismático”, ante una situación social de anomia.
Sobre lo de los legítimos herederos, coincido con la aguda y esclarecedora observación. Aquella comunidad organizada de corporaciones (sindicatos, patronales, obras sociales, estado asistencial, industria nacional) que planteó Perón fue la consecuencia de los cambios que requería una sociedad convulsionada y altamente injusta que tendía hacia una dualización a lo Bolivia (unos pocos terratenientes y popes de la industria de sustitución detentando la mayor parte de la renta nacional, paralelamente a una mayoritaría mano de obra barata –principalmente inmigrantes españoles e intalianos- cada vez más excluida). El peronismo frenó ese proceso de acumulación y, justicia social (amor) mediante, repartió más equitativamente la torta (hasta los noventa). El tema es que para hacerlo dejó como herencia, entre otras cosas, dos novedades para la Argentina de entonces, y que hoy nos persiguen en sus peores formas. Estoy hablando del clientelismo (del conurbano o feudal) y del sindicato extorsivo a lo Moyano (¿para cuándo la personería a la CTA?). Creo, al contratario de lo que se insta desde los discursos bienpensantes (antes se decía pequebú) de los políticos y medios que apuntalan el pensamiento de la clase media, que ninguno de los dos no se puede extirpar de raíz. Por ejemplo, el clientelismo genera empleo burocrático que es una suerte de subsidio encubierto. Si optimizamos el desenvolvimiento estatal con la lógica de una empresa (¿les suena Macri?), lo más probable es que quede mucha, pero mucha gente, sin el resguardo que tiene hoy.
También deberíamos considerar en serio como víctimas, en vez de ignorantes, a los que llevan por diez pesos a los actos políticos y a votar. A partir de ahí, creo que se podría cambiar la cosa a largo, muy largo plazo. Pero, sinceramente no veo nada (oficialismo, oposición posible) que vaya más allá de la “gambeta corta”.
á.

Sancho said...

A la damier! Resultaste un verdadero analista histórico social! La verdad; tenés razón en todo. Pero sigo siendo un pequebú antipersonalista. A mí me gustan los gobiernos aburridos, sin carisma, sin color. Me gustaría que la política fuera como la administración de un consorcio; gris. En ese caso el color sería todo nuestro y viviríamos en cosas más estimulantes que la composición de las listas, los editoriales de Morales Solá y los libros de Marcos Aguinis (ese que pone cara de bueno mientras prepara otro mamotreto soporifero)
Entiendo que el poder es atrctivo. Pero la política es el terreno más plomizo de todos, y en vez de jugar con nuestro respaldo juega con nuestras patas.

La Fiera said...

No jodan con Perón!

Uds sigan jugandola de intelectuales mientras el pueblo se sube al 157 para ir a laburar. Despues me vienen con Sebreli y sus tratados que condenan todo atisbo de pasión desenfranada (que no sea la carne en barra que consume desde el anonimato en cantidades industriales).

Salú

Sancho said...

Al fin saltaste fiera!
Esto era una mano tendida; se hacía necesaria tu respuesta. Te digo más: para un peronista... nada mejor que un antiperonista.

La Fiera said...

Me la dejaron picando, no tenía otra....