Esteban y Juan salen de la empresa. Entre otras prendas, uno viste camisa, el otro chomba. Ambos con pantalón beige y un control de edificio inteligente en una presilla de esos pantalones. Juan tiene el celular sujetado al cinturón. El otro, lo lleva haciendo bulto en el bolsillo de la chomba.
…
Esteban: -Ja, ja. (Irónicamente).
Juan: -Sí, sí. No te miento. ¿Cuántas te creés que tiene?
Esteban (la leve sonrisa se transforma en un rostro serio que le da paso a sus palabras): 16, te digo, y te lo dice el mismo auto: “16 valve”, diesciseis válvulas.
...
Por la vereda de enfrente pasan tres compañeras de trabajo, también con sendos controles de edificio inteligente, que a lo lejos se ven chiquitos. O chiquititos, mejor dicho.
Esteban: -Qué buena que está Vanesa, fijate ese lompa, que bueno, como le queda...
Juan: -... Hubiésemos salido antes, así comíamos con ellas. Sos un vueltero.
Esteban: -Igual yo la estoy invitando a media tarde a la máquinita, le encanta el alfajor blanco con almendras y guindas de Milka, como a mí.
Juan piensa: “parece puto cuando hace esos comentarios”.
…
Entran al restaurante de casi todos los mediodías. Se sientan ocupando una de las pocas mesas que están vacías. Adentro hay un solo mozo para muchos comensales, en horario pico; va y viene tomando pedidos y llevando cosas a las mesas.
Juan, pensativo. Pero ya sin bronca hacia su compañero comensal.
Esteban: -Venía Sebastián, antes de salir me dijo por messenger que en cinco llega.
Juan: -Ha, sí, mejor. Lo dice con la poca satisfacción que le queda a esa hora, cuando promedia la jornada laboral.
…
Se acerca el mozo a las apuradas, con una canasta repleta de pan en la mano, que deposita al instante en la mesa. Viste camisa blanca, con el último botón desabrochado. Pantalón y zapatos negros. Alguna mancha de aceite, si se mira bien.
Juan lo mira y levanta las cejas. -Hola.
Mozo: -Hola.
Esteban, mirando para otro lado, casi distraído: -¿Qué tal, que hay de rico hoy?
El mozo, orientando su mirada a la pizarra cercana, dice lo que se lee: -Pescado frito con puré.
-Dale uno, con una Coca. Dice Juan.
El mozo anota rápido. E inmediatamente mira fijo a Esteban, quien se presta a hacer su pedido.
En eso, vistiendo pantalón gris pinzado y camisa rosa, llega Sebastián: -Hola. Saluda a todos, incluido el mozo.
….
Esteban: -Yo tengo uno de cien, denme a mí.
-Yo también, así que después cambio y te doy. Dice Juan.
-Pero acordate, no me hagas pedirte. Responde Esteban.
-Catorce, justo, y dejo estas monedas de propina. Sebastián.
Salen del restaurante. Caminan.
…
Mirando a Juan, dice Sebastián: -Eso que me dijiste recién no tiene nada que ver. Si le digo eso me rompen las bolas, se me viene todo en contra. Los de ahí no tienen paz.
Esteban, que está en el medio, acota: -Otra vez con eso, son peor que la comida de recién. Déjense de joder.
…
Uno de ellos prende un cigarrillo. Siguen conversando, apresurando las palabras a medida que lo que queda del tabaco del cilindro de papel va llegando a su fin. Están junto a la puerta de blindex, parados, en ronda de tres. Otro de ellos, no el que fumaba, se hamaca en el aire, oscilando su cuerpo hacia ambos costados. Se termina el cigarrillo. El que lo fumaba lo tira en la vereda, lo pisa, y luego lo patea hacia la calle.
…
Entran por segunda vez en el día al edificio inteligente.
…
Esteban: -Ja, ja. (Irónicamente).
Juan: -Sí, sí. No te miento. ¿Cuántas te creés que tiene?
Esteban (la leve sonrisa se transforma en un rostro serio que le da paso a sus palabras): 16, te digo, y te lo dice el mismo auto: “16 valve”, diesciseis válvulas.
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Por la vereda de enfrente pasan tres compañeras de trabajo, también con sendos controles de edificio inteligente, que a lo lejos se ven chiquitos. O chiquititos, mejor dicho.
Esteban: -Qué buena que está Vanesa, fijate ese lompa, que bueno, como le queda...
Juan: -... Hubiésemos salido antes, así comíamos con ellas. Sos un vueltero.
Esteban: -Igual yo la estoy invitando a media tarde a la máquinita, le encanta el alfajor blanco con almendras y guindas de Milka, como a mí.
Juan piensa: “parece puto cuando hace esos comentarios”.
…
Entran al restaurante de casi todos los mediodías. Se sientan ocupando una de las pocas mesas que están vacías. Adentro hay un solo mozo para muchos comensales, en horario pico; va y viene tomando pedidos y llevando cosas a las mesas.
Juan, pensativo. Pero ya sin bronca hacia su compañero comensal.
Esteban: -Venía Sebastián, antes de salir me dijo por messenger que en cinco llega.
Juan: -Ha, sí, mejor. Lo dice con la poca satisfacción que le queda a esa hora, cuando promedia la jornada laboral.
…
Se acerca el mozo a las apuradas, con una canasta repleta de pan en la mano, que deposita al instante en la mesa. Viste camisa blanca, con el último botón desabrochado. Pantalón y zapatos negros. Alguna mancha de aceite, si se mira bien.
Juan lo mira y levanta las cejas. -Hola.
Mozo: -Hola.
Esteban, mirando para otro lado, casi distraído: -¿Qué tal, que hay de rico hoy?
El mozo, orientando su mirada a la pizarra cercana, dice lo que se lee: -Pescado frito con puré.
-Dale uno, con una Coca. Dice Juan.
El mozo anota rápido. E inmediatamente mira fijo a Esteban, quien se presta a hacer su pedido.
En eso, vistiendo pantalón gris pinzado y camisa rosa, llega Sebastián: -Hola. Saluda a todos, incluido el mozo.
….
Esteban: -Yo tengo uno de cien, denme a mí.
-Yo también, así que después cambio y te doy. Dice Juan.
-Pero acordate, no me hagas pedirte. Responde Esteban.
-Catorce, justo, y dejo estas monedas de propina. Sebastián.
Salen del restaurante. Caminan.
…
Mirando a Juan, dice Sebastián: -Eso que me dijiste recién no tiene nada que ver. Si le digo eso me rompen las bolas, se me viene todo en contra. Los de ahí no tienen paz.
Esteban, que está en el medio, acota: -Otra vez con eso, son peor que la comida de recién. Déjense de joder.
…
Uno de ellos prende un cigarrillo. Siguen conversando, apresurando las palabras a medida que lo que queda del tabaco del cilindro de papel va llegando a su fin. Están junto a la puerta de blindex, parados, en ronda de tres. Otro de ellos, no el que fumaba, se hamaca en el aire, oscilando su cuerpo hacia ambos costados. Se termina el cigarrillo. El que lo fumaba lo tira en la vereda, lo pisa, y luego lo patea hacia la calle.
…
Entran por segunda vez en el día al edificio inteligente.
9 comments:
Y un error menor. Donde dice:
"Juan: -Ha, sí, mejor. Lo dice con la poca..."
Sugiero:
"Juan: -Ah, sí, mejor. Lo dice con la poca..."
Buenísimo. En todo momento viví la película de mi oficina en el Hipotecario. Esos amigos de oficina, las minas, el fútbol, la economía y la política y a pasar el almuerzo y a remar hasta que toque la campana y se huya.
Está logrado en forma increible. Sentí en todo momento que era una parte de mi vida.
Lumínico desde el título, fibroso, sin paja adjetivadota; buenísimo. Describe, al decir de Conrad, "El horror ah... el horror" de la esclavitud oficinesca porteña post-noventa; sus minucias, su mariconez marketinera (la referencia al Milka y al “lompa de Vanessa” es tan elocuente como el conformismo, la blandura de un mundo ordinario, en fin...Celebro esta impiadosa y oportuna radiografía quirúrgica de ese porteñismo post-menemista que no nos merecíamos, pero llegó para quedarse.
Y como hay que criticar, lanzo este dardo: "pescado frito con puré" no, ni a palos. El clásico es "filé de merluza con puré" "vacío al horno con papas" o algo que delataría noventas a full: "pechuga grillé con puré mixto" (y permítanme vomitar)
Un aplauso para el narrador.
Muchachos, gracias por las words, era justo lo que quería transmitir.
Nobleza obliga, yo también he sido protagonista de estos mediodías aciagos. Concuerdo 100 %, era filet de merluza!
Y sí, hay algunos detalles que me faltarían pulir, de vago, ya que al releer, algunas partes como que se traban y otras como que les falta ritmo, y al principio queda algo así como "juan y pinchame se fueron al río". Prometo y me prometo ser menos vago. abz.
Para mi ritmo no le falta. Por ahí hay que pulir algunas cosas, frases que podrían ser otras, pero el ritmo anodino del recreo del mediodía está en el aire siempre.
Además el tema es que parece posta de un trabajador bancario del microcentro. Vos por ahí desde la época de Tribunales que no usás traje todos los días, pero esto transpira trajedia!
joder esto es una puta obra maestra.
Tiene un ritmo único, no se puede ser mas intrahistórico y dar mas detalles; una agilidad de relato increible; encima las descripciones son geniales.
mierda como me gustó.
Hay veces que los edificios son mas inteligentes que sus ocupantes. Hay que escapar de las entrañas del oficinismo torturador.
Libertá, libertá, libertá.
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