Tuesday, August 24, 2010

Si es rojo, es negro

Vestido siempre de muselina
sombrero, esos hombros y entonces entendimos que hay veces
que si es rojo, entonces es negro.
Una mexicana de ojos achinados, maneable, no me creyó nada.
No creyó que volví para salvarla de la catástrofe.
No creyó que mi vino es el mejor,
que mis uvas son las más perfectas, redondas,
que tengo dulces y saladas y todas te llevan al mismo lugar.
No creyó que la quería
me trató de argentino
y eso que ella vivía en San Telmo con Cuba.
Dejé mi teléfono después de pedirle el suyo
dos veces, por las dudas, con una recomendación personalísima de Houllebecq y de las partículas elementales
pero pasa que si es rojo, es negro, y es seguro que no me llama.

Hoy
me lo echaron en cara.
Fue faltar o no, no se sabe,
no se sabe nada.
Sos de acá nomás pero parecés de cualquier sitio
y a veces parecés de cerca y a veces de muy lejos.
Hoy
el no viniste sonó a reproche
pero como puedo saberlo si después nunca encuentro nada.
La maternidad te habrá puesto críptica, algo habrás perdido además de peso específico, además de confianza
se comprende,
pero esto me deja perplejo.
Yo que siempre evito los momentos incómodos, como iba saber,
de encontrarme ahí con el tipo que, según tu testimonio, no deja de venir ni en los sueños
y cuando no viene sos vos la que vas o la que te quedás en tu casa comiendo chocolate y viendo películas, me lo dijiste. Aquella vez me lo dijiste.
No me doy cuenta, no te sigo, no te veo
quiero hundirte la nariz en la nuca sin pensarlo, oler detrás de tu cabeza,
por más que sea colorido ser segundo (o tercero, o cuarto o décimo).
Una vez fuiste clara y fue suficiente.
Por eso entendés que una mexicana con ojos achinados me resulte tan querible
con sus labios finos que no auguran buenas cosas y que parecen crueles.
Es suficientemente perversa como para que algo resulte bien.
Pero al menos es una línea en el horizonte,
un rechazo experto, una imposibilidad cierta, un hecho tangible, tan sólido como un cepillo de dientes o la rueda de un automóvil.
Y además está la cuestión del azar:
cuando el azar está en contra el consuelo es mayor.

En cambio, hoy
me lo echaron en la cara
con una sonrisa de balas de plata
tu mundo cotidiano, los cuentos.
Parece que te sigo pero no te sigo, vos hacés parecerlo
aunque no se si lo crees o si es para mi, para que lo crea yo
o para ambos, para sentirnos menos solos.
¿tenés algo para mi, algo que quieras darme?
Una tarde me invitaste el almuerzo y me sentí así.
Estaba lleno de alemanes que iban y venían pero de golpe empezó a llover
la calle se quedó vacía.
Corrimos hasta tu auto que estaba en un sótano y te miré un poco las piernas, siempre tuve debilidad por tus piernas, y te diste cuenta y entonces te vi los dientes.
Me alcanzaste y mirá que ingenuo
que pensé que empezaba, que no me había enterado.
Bajé en la esquina de Beruti con tanto aire que me mareé
llovía, la calle quedó vacía y seguiste camino
y no te seguí ni te sigo
ni puedo seguirte
ni quiero seguirte
ni a vos ni a la mexicana de ojos achinados
ni a mi gato.
Lo que si quiero es tocarte, espero hacerlo.
Pero si es rojo, es negro
y me voy a ir pronto porque en verdad necesito tocarte, no es solamente que quiera.
Dejo un libro de Whitman, un cepillo y un par de camisas
No te sigo, no puedo seguirte, no entiendo que querés y vos tampoco.
Pero voy a cocinar.
Eso sí que está bien.

3 comments:

Anonymous said...

Nice, moving...
MVP

Homero Beltrán said...

Great!

La Fiera said...

gancho al higado!