Monday, July 28, 2008

El monje

Del otro lado de la calle, siempre estaba el tipo de las zapatillas Topper tomando cerveza. A veces cantaba una canción que sabía de memoria y podía interpretar en el tono que se le antojara. Si uno canta la misma canción toda la vida, puede hacer cualquier cosa con ella. Podes llegar a ser un gran artista cantando siempre la misma canción, lograr que se le corra el maquillaje a una vieja de Recoleta, y que comprenda todos los misterios de la vida en tres o cuatro minutos. Y el tipo de las zapatillas Topper sabía bien una canción.

A veces se juntaba gente para escucharlo cantar, le dejaban unas monedas, o le compraban una cerveza, y él contaba alguna historia que había sucedido en esa calle o en una similar. Las buenas historias suceden en las calles, donde la gente cree que está de paso, que tiene inmunidad. Hasta que el camino se hace selva, la selva se hace jungla, y en la jungla florecen los leones. Los caminos en la ciudad, son calles, como aquella donde el tipo de las zapatillas Topper cantaba su canción. Y en la canción estaba el secreto, que empujaba con la cerveza.

Cuando lo conocí, una tarde de octubre, ya era parte de la vereda, ya tenía su escalón reservado en la vieja casa abandonada de estilo francés de Palermo, a diez metros del kiosko donde compraba la cerveza, y cuando llovía, le daban permiso para dormir en el sótano.

Lo que hacía atractivo al tipo era que siempre sonreía. Cualquiera de nosotros tirado en una vereda, empezaría por deprimirse, por maldecir a los que no dejan su moneda, por insultar al todopoderoso. El tipo de las zapatillas Topper, sin embargo, sonreía, y volvía a cantar su canción. Pudo haber sido muchas cosas en esta vida, pero eligió sonreír y verla pasar por sus narices. Ser un espectador que no tiene que pagar boleto para entrar al teatro. Eligió no preocuparse por una mujer, un departamento, una camisa bien planchada, un coctail de inauguración, o una salida de fin de semana a casa de los parientes. Eligió ocupar el lugar de los que miran, cantan y sonríen. Si hubiera nacido en Bangalore o Kushinagar, el tipo de las zapatillas Topper tendría un altar y sería dueño del monasterio adónde todos iríamos a rezar.

2 comments:

Gilgalad said...

Cuanta verdad hay en dejar pasar todo y cantar, o mirar el río que pasa como Siddartha.

Como dice Don Juan en un momento... "yo veo y veo que nada es importante... ninguna cosa es más que otra."

Salud por el hombre de las zapatillas Topper.

kayndesough said...

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