Wednesday, November 26, 2008

27 Club

El Club de los 27,
no tuvo sede fija desde que Robert lo inauguró.
Del pobre, se dice que falta una canción
se dice que murió envenenado, posiblemente apuñalado, y que le dispararon.
Se dice que le vendió su alma al Diablo a cambio de tener el mejor slide de todos
los tiempos;
y lo tuvo.
Se dice que un día el Diablo le fue a cobrar la membresía;
y lo hizo.

El Club de los 27 tuvo su momento a fines de los sesenta
en medio de la explosión multicolor que sufrieron los diamantes de Lucy
del ícono de salir al sol y gritar,
de las cintas en la cabeza y las camisolas sueltas
de los cuatro jinetes galácticos cuyos cohetes partieron del Memorial Park, el día de la marcha sobre Washington.

En Londres, Brian tomó demasiada agua
de la piscina de su mansión.
También Lady Doble Jota y Jimi ingresaron casi juntos,
¡que pareja! Woodstock sonó demasiado alto para ellos,
Jimi entró desnudo pero fue Janis quien le alcanzó los cubiertos y el último disco
de la Full Tilt Boogie.

Jim consiguió su carnet en el setenta y uno en París
aunque se lo extrañó en Los Angeles.
Kurt terminó sus días
con un perdigón en el cerebro
y la imagen de Courtney licuándose en el derrame.

Pigpen tuvo una hemorragia estomacal
y los Grateful perdieron al tecladista,
ahora disfruta un Tom Collins
mientras charla con Louis Chauvin.

Se divierten en el Club de los 27
mientras suena bip bop y relucen anchas sonrisas,
ninguno volvió a tocar pero
en el Club de los 27 nunca faltan la música ni las golosinas.

Hay rubias mansas con alas en la espalda
y unos cuantos Alaskan Malamutes que sirven tragos en vasos de cristal azul de Sarowsky
y canapés con sonidos increibles
siempre es de noche salvo cuando es de día y todos duermen.
Tiene un piano de cola fucsia
y una cuerda de cuerdas que nadie conoce
y a Otis Redding de portero,
porque murió a los veintiocho.

2 comments:

Maro said...

No puede quedar así, impoluto; sin posteo que haga justicia a este poemazo del rock.
Un fresco extraordinario.

Nachete said...

Esto me recuerda que estoy leyendo la biografía de Eric Clapton, que es de una sencillez y sinceridad propia de un gran artista que supo siempre rodearse de los mejores.

Tiene un toque de melancolía, de un heróe taciturno e imperfecto.