es la mirada de los hombres
sin cataratas.
No es la bondad, no, ni la fiereza.
Es el alma rústica que
uno ignora si tuvimos.
Es transparencia sin
los barnices morales de escrituras
manuales, locutores,
cartas magnas,
o aquellos
que dicen
darse al prójimo con
toda la bondad
medible de este mundo.
La mirada de los perros
es luminosa mezcla de piedad
sin avisar que dentro
de ella habita el colmillo
y quien se zarpa
e intenta, por ejemplo,
molestar al perro mientras come,
ay de él,
no importa que sea niño
o que sea débil;
el perro enfurecido no presenta
esos flancos equívocos del código
penal, moral, reaccionalista
de nuestras leyes vagas.
El perro es inocente,
lo sabemos:
vive
en emoción violenta.
El perro se abotona,
comerá hasta morir si no lo paran,
se frota sin prurito
contra la pantorrilla de un enano,
o de una anciana rancia.
Sabe también valorar la juventud:
le obsesiona el olor
de mujeres menstruando
y no lo oculta.
Por suerte,
desde lo poco perro que nos queda,
no mordemos la mano
que nos da de comer,
ni juzgamos al perro
ni lo metemos preso.
Y eso no es mérito
de la razón francesa
ni de la antigua Grecia
ni del lenguaje pútrido
del que nos blasonamos.
Por suerte somos sabios
sabemos que el perro
es inocente.
Sabemos que el can vive
vive y sueña
vive y reina
en emoción violenta
y en eso
somos buenos.
2 comments:
despues de leer esto, me doy cuenta que soy inocente como un perro, muy bueno amigo!
Que bueno que es esto. Me encantó. Me gusta particularmente
"La mirada de los perros
es luminosa mezcla de piedad
sin avisar que dentro
de ella habita el colmillo"
sobre todo la continuidad que visualmente no es tal de "luminosa mezcla de piedad sin avisar que dentro de ella habita el colmillo".
La imagen del colmillo como representación de la boca y la mordida de un animal que ha estado presente con el ser humano desde los comienzos me parece impresionantemente fuerte.
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