Charly
creo que estoy cansado.
Ayer me pasé de parada
una vez más en el mismo mes.
Charly, ya me duelen las piernas al acostarme
no es lo mismo que cuando eramos jóvenes
y las galerías estaban viejas pero llenas de vida.
Charly,
hoy veo todo a través de una cortina
que me quita los colores y me narcotiza el olfato y el tacto
y los rosales se mueren de viejos
mientras se trepan a los techos.
Charly
me angustia esta vegetación,
tanto verde
y creo que estoy cansado.
Duermo demasiado poco
o estoy demasiado tiempo despierto.
Charly, ya no puedo levantar los pies al caminar
y los arrastro por la galería
tan muerta y salvaje.
Creo que estoy cansado
porque ayer me pasé una parada
por segunda vez en el mismo mes.
Charly no me hables de esas cosas
a veces es mejor no enterarse
es mejor engañarse con que la gente es como uno cree
y no como es o como otros ven
pero no me hables de esas cosas.
Charly
esos jarrones y los manuscritos
mejor tirarlos ahora
hace años que espero la oportunidad de usarlos
y estoy cansado,
y nunca llega.
Charly,
ya me duelen los brazos al vestirme
apago la luz
y me duelen los brazos al vestirme.
No quisiera terminar de noche
justo en mi mejor momento
en medio de tanto disfrute,
no quisiera terminar de noche.
Charly,
poneme una almohada bajo los pies
y apagá la luz al salir,
porque creo que estoy cansado
y ya me pasé de parada otra vez.
Thursday, February 21, 2008
Charly y el final cansado
Publicado por Gilgalad en 6:12 AM
Etiquetas: Poemas del Placard
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4 comments:
Soberbio, amigo. Por un momento creí que era yo mismo hablando con Charly. Que magnífico cuando en unas atinadas letras logramos esa transferencia, no?. Estoy tan cansado, también el tipeo me cansa como vestirme...
A propósito, agrego que tu entrada me motivó una entrada en mi blog (http://richizo.blogspot.com/2008/02/el-virus-de-los-pescadores-annimos-ya.html), es como si me hubieran contagiado algo... un abrazo.
Qué lindo. Una melancolía single malt. Un estado puro, sin oropel. Una viudez de brazos y piernas y alma: empatía total. Yo también me estoy pasando de parada.
Me hizo acordar a algunos cuentos de Cortázar y también a la legendaria confesión de la "Christmas card from a hooker in Minneapolis" del viejo Tom.
Tiene la elegancia del final anunciado, cuando la fuerza se va de viaje y es mejor dormir que llorar.
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