Wednesday, August 15, 2007

El rey está cocinando

Elvis, mi vecino de Parque Leloir,
volvía de atender doce horas
la pizzería El Banderín
y de mojar la noche en un chevy del 64
enjoyado en 18 kilates
bebiendo una de esas petacas
que sobrevivieron la gran mudanza.

Elvis, el pizzero barnizado,
el de la voz de hojalata y membrillo
se bajó a abrir el portón del chalet
con una imperial capa de esmeraldas
anteojos de piel de noche púrpura
y el águila en los bolsillos.

Elvis, el del jopo nacarado,
acá, del otro lado de la medianera,
pone a las brasas una tira gruesa de asado
de las que no se conseguían
en las orillas putas del Mississippi
mientras Mirtha prepara la ensalada.

Elvis, el dios de los mil trucos en la cartuchera
esconde su pelvis del infierno
en este agujero nauseabundo.

3 comments:

Sancho said...

Muy bien! Elvis se merece estos homenajes viscerales,carnales, porque él era tripa corazón; poesía vivida, que es el principio activo, la droga base de la poesía escrita.

Gilgalad said...

y el whisky base de la poesía oral.

Nachete said...

que interesante Sancho lo que comentas de la poesía vivida.

Me dejaste pensando... y eso lo hago pocas veces.