Thursday, August 23, 2007

Morcillas con Manzanas Acarameladas

La cocina es una de esas cosas como solía decir J.R.R. Tolkien acerca de "El Señor de los Anillos": O la amás o la odiás. No tiene términos medios. Desgraciadamente en Argentina y cada vez más a nivel mundial impera la absurda teoría de "comer sano", sin que sea algo muy claro que significa sanidad en términos de comida. No quiero entrar en la discusión sobre si el hombre es originalmente vegetariano, idea que los veggies quieren instalar desde hace años, o si por el contrario es omnívoro porque desde hace siglos y siglos viene alimentándose de lo que hay. En todo caso sí me parece interesante que durante la mayor parte de su historia, y hasta hoy en día, el hombre no "es" una cosa o la otra sino que se ha alimentado de lo que puede, de lo que tiene al alcance. Tengo mucha admiración por el ser humano que seguramente por necesidad probó por primera vez los langostinos o los caracoles de tierra. Evidentemente era un valiente. Pero no solamente un valiente, sino un valiente hambriento.

En todo caso, y con respecto a "comer saludable", soy intrínsicamente enemigo de la clasificación de los productos comestibles en buenos o malos. Los productos son productos y no tienen moral ni ética. Es como el viejo mito urbano sobre Alfred Nobel, quien inventó la dinamita (TNT) pero nunca pensó que se iba a utilizar para fines bélicos. Creo que ahí también está la clave de los productos alimenticios: no son ni buenos ni malos. Simplemente son. Lo bueno o malo es usarlos o abusar de ellos.

La necesidad tiene cara de hereje y grandes recetas con años de antigüedad encuentran en esta frase su secreto. Se cocina lo que hay, de la forma más atractiva posible para que mediante la transformación química de los elementos se ejecute un acto de magia, una caricia al cuerpo, aquello de panza llena, corazón contento, aunque más no sea para liberar endorfinas. Habrá sido alguna abuela en alguna cocina española la que descubrió, ante la carestía general, que hasta los sabores aparentemente más disímiles podían combinarse para realizar ese acto de magia. Esta abuela ideal, que contaba únicamente con morcillas y manzanas para alimentar a los suyos, parafraseando a Julio César, llegó, vió y triunfó.

Morcillas con Manzanas Acarameladas

Para el caramelo:
1 cucharada de azúcar (personalmente prefiero azúcar negra o marrón pero cualquier tipo de azúcar es útil)
1 cucharada de manteca

Materia prima:
2 morcillas
1 manzana (pelada y cortada en 8 cuñas sin semillas)
1 cucharada de aceite


En una sartén se pone a calentar la manteca a fuego fuerte y cuando empieza a burbujear se agrega el azúcar. Sin dejar de revolver se baja el fuego y se va conformando el caramelo hasta que queda de color marrón claro. Se agregan las cuñas de manzana y se las deja, sin dejar de revolver y pegatinarlas con el caramelo, durante unos cinco minutos. Luego se retiran y se dejan aparte.

En una sartén para horno, se echa el aceite hasta que esté caliente, sin dejar que se queme. Se agregan las morcillas previamente pinchadas en frío para evitar que exploten y se las dora lado por lado durante dos o tres minutos. Luego se retira la sartén de la hornalla y se pone en el horno a 170° durante diez minutos. Transcurrido este tiempo se retiran del horno y se ponen en el centro de un plato, decorando alrededor de las mismas con las cuñas de manzanas con caramelo y de tener, una rama de romero para aromatizar y ayudar a la presentación del plato. Se sirve, en lo posible tibio.

4 comments:

Sancho said...

Sos un león papá!

Nachete said...

Aunque suene cursi, cocinar es de las cosas que para que quede bien hay que hacerlo con mucho amor.

Como decía un profe de matemáticas que tuve " que bonitas son las matématicas si se toman con amor"

Gilgalad acaba teniendo un super restaurante en Buenos Aires, y si no al tiempo.

Sancho said...

No tiene que ver directamente con este artículo, o acaso sí: ¡Qué morfada la de anoche! Para vos, Nachete, que por razones geográficas no pudiste ser de la partida: Croquetas de bacalao, conejo, truchas en una crema de nuez, una terrine de algo verde,buen salamito, buen pan negro, wiscachos y vinachos, y música y fasengue y la sabiduría
esencial de quien, efectivamente, merece un restó propio. O dicho de otro modo: Un gran restaurante se merece a Gilga. Hay que impulsar esa idea en los foros internacionales.Urgente. Es una causa justa.

La Fiera said...

Anoche
Se comio, se bebió,
y se dió gloria al señor
que nos miraba desde los cielos
envidioso.

Salú amigos