Había globos, serpentinas y matracas,
había cuerpos anhelantes
sembrados en un parque de San Miguel
una noche de noviembre,
había música castigando con desprecio juvenil las estrellas,
y había Vino Fino Diamante en cartón
vaciado en tanques de 50 litros
adornado con edulcoradas frutas
como último recurso espurio para ocultar lo inocultable.
El Diamante bajaba por las gargantas,
barnizaba la boca con sus puntas preciosas
camufladas en clericot fresco,
pero se estacionaba en la nuca
como un Cadillac sin frenos.
Pasada la medianoche, el país de la luna ácida,
el territorio de los relojes consumidos
y los estómagos balbuceantes
que pagan la sed con salmuera.
Pasada la medianoche, el Diamante se vuelve arena,
los globos se tornan burbujas venenosas,
las serpentinas, peligrosas culebras,
y las matracas te tiran a matar.
Por entonces, el ocaso frutal me encontraba
debutando con una chica
de la que no me despegaría por unos cuantos años
debajo de un maldito sauce que no paraba de llorar.
Wednesday, January 16, 2008
Diamante
Publicado por La Fiera en 9:29 PM
Etiquetas: Por alcohol al arte
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5 comments:
El sauce lloraba de la cantidad de amores fútiles que vió?
Qué hallazgo: "pero se estacionaba en la nuca
como un Cadillac sin frenos." una grafía puntual de lo etílico, más allá de sabores. Y me gustó mucho también: "el ocaso frutal me encontraba" Ojo que el sauce, además de llorar, transmite el mal de la quedanza. Por eso palmaste cuatro años. Es el famoso "mal del sauce".
Es cierto lo del sauce. Por eso Hugo quería poner en el campo sauces eléctricos. Igual a mi me gustan los llorones.
Asi que el que me cago desde el primer momento fue el sauce? Siempre lo sospeché, pero no tenía elementos de prueba.
Ahora entiendo todo. La combinacion del vino Diamante con el Sauce Llorón me condenó al fracaso.
"Ahora entiendo todo:
la combinacion del
vino Diamante
con el Sauce Llorón
me condenó al fracaso."
He allí un poema fiera; tenés suerte, se te escapan de las manos.
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