Tuesday, January 29, 2008

La otra noche mezclé

Vino tinto, cerveza y gin Hiram
Walker (nada que ver con Johnnie)
fue un error fatal
que hace tiempo no cometía.
Amanecí rajándome unos pedos feos
densos, contundentes como un container
que se instalaron en el cuarto.
Pedos rastreros, de esos que queman el culo en silencio
cuando salen.
Y cuando salen,
huelen al
vacío al horno con papas
que yo compraba hace veinticuatro años
los domingos a la noche
en la rotisería de Salguero y Güemes.
Cuando salen,
estos gases despliegan toda su maldad;
su corrosiva impertinencia
física, química, geométrica. Se instalan
en el desprevenido espacio
y en el desparramo
de esa narcotizante nube
en ese insoportable
sopor, no sé por qué,
vino a mi memoria
un trío fantástico que conocí
En los años ochenta:
El puto, la fea y el Citroen:
Iban alegremente, tomando merca,
de aquí para allá
de Happenning a Rainbow
gastando lo que no tenían
diciéndose chanchadas
recordando letras
y canciones de Virus
acompañando su triste soledad trifásica
con sacos arremangados
brushing
botas blancas
y perfume dulce, penetrante.
Eran maliciosos pero inofensivos,
no conseguían saciar nada.
Y siempre estaban de fiesta entre la gente
que los miraba como a tres hamsters,
Tolerables, porque hacían falta.
Porque la crueldad de la noche los necesitaba.

4 comments:

La Fiera said...

Ese gin anda bien para prender fuego cuando no agarra bien el carbón.

Y la evocación del trío me gustó tanto que da para que les dedicaras una poesía completa. El puto, la fea y el Citroen....impresionante.

Gilgalad said...

Vos lo dijiste. A esta altura estás sólo para nafta super.

Gilgalad said...

Y Serrano diría... a esta y a cualquier altura uno está sólo para nafta super!

Nachete said...

Genial relato. Cierto que da para comenzar una serie.