Monday, June 23, 2008

Corriendo entre tanta pared

tanto blanco
tanta cal.
Huyo.

Cuándo mi árbol murió no me alcanzaban las manos
para contar tanto cadaver.
Hoy muere un poco cada día
revive un poco cada día.
Cada día más rojo.

Bajo una franja de mar.
Estoy perdiendo esas plumas y no puedo verme en el espejo.
Solamente reflejado en la expresión
que a veces es de carne
a veces se abstiene
o llora o se reproduce
o se angustia.

El guión se repite una y otra vez pero algunos expectadores no logran asimilar el golpe.
Fascinan aplaudidos esquivando el telón
y piden otra copa mientras el maitre se muere de sueño.

Mi árbol era un profeta de la mesa sencilla
del sabor por el sabor
placentero y disciplinado
solitario y cruel
abandonado y lascivo.

Trato de pasar por el útero cada vez
pero evidentemente
hay muchos menos perdidos que encontrados.

3 comments:

Maro said...

Se muere para vivir (renacer, digo), y en el mejor de los casos se vive para vivir; pero indefectiblemente, también se vive para morir.
Que se me permita en este acto de vanidad citar el pasaje de un viejo poema cuya auotría me pertenece:

"Jymmy del anverso y del reverso.
La posibilidad de cambiar naciendo cuanto [sea necesario
lo es, será siempre para no morir de vacío.
Cuidar el ánimo
y recrearse, uno, crear otros."

Tu corrida entre tanta pared me llega en momentos de encrucijada, solo, y en el extranjero.
Me gustaría tener un Dios Vizcacha que me dijera qué es lo que tengo que hacer. Pero Dios no es ni bueno ni malo, ni mudo ni políglota, y menos que menos consejero.

Y entre tanto cachivache Dios creó al árbol. Debo confesar que el árbol es mi criatura favorita.

"Mi árbol era un profeta de la mesa sencilla", dice el poeta. Linea que puede ser graffitti o el comienzo de un relato cualquiera: cuento, novela, folletín...
Cuanta grandeza la del árbol, y cuánta cosa buena se sirve en la mesa sencilla.

Amigo, el árbol no camina porque se eleva.
A nosotros nos toca andar, y a veces, correr entre tanta pared.
Hay que andar y andar para llegar a la taberna donde se tiende la mesa sencilla, donde el árbol es profeta, y la vida es pura vida.

Gilgalad said...

Maro, la verdad que cada vez que escribís algo, ya sea comentario o post, es para guardárselo.

Impresionante esto.

A mi también de los seres vivos, el que más me conmueve es el árbol. No se por qué extraña circunstancia será.

Son seres, como amigables y hogareños. Débiles en su inmovilidad, que no es tal ni tan absoluta, pero increiblemente fuertes al mismo tiempo.

La Fiera said...

Que destino el del árbol, vivir siempre mirando el mismo horizonte.
Morir en el mismo sitio donde nació.
Y muchas veces renacer de sus propios escombros.
Qué destino el del árbol, no es extraño que nos conmueva.
Cuánta sombra nos dió antes de caer cansado.
Y nosotros apresados entre tantas paredes inútiles.
Cuándo conquistaremos los horizontes Galad!