Thursday, June 26, 2008

El 16 de septiembre de 1994

cuando los faroles empezaban a alumbrar el empedrado de la Avenida Caseros
en uno de esos pisos construidos con la sobriedad del inglés
a cincuenta pasos del Parque,
mi tío Ignacio, en su silla de ruedas,
le sacaba con la navaja el tapón
a una botella de cerámica Ye Monks
que mi abuelo había dejado como legado
más de veinte años atrás.
Cuando el corcho rompió el silencio
el olor del oro líquido, cautivo durante décadas,
volvió agradable el luto.
Lentamente fue sirviendo con generosidad
cada uno de los vasos
como si el escocés siempre hubiese estado dispuesto
a ser servido en ese preciso momento.
Como si hubiese entrado en la botella para esperar
que todo se acomodara para ser bebido.
Después de haber criado doce hijos,
de haber parido dieciséis,
después de haber nacido en la opulencia del Madrid de los Austrias
y de haberlo abandonado todo por un amor ciego y juvenil
a una patria naciente y a su hombre desconocido,
mi abuela, esa mujer para mí siempre vieja,
decidió que ya era hora de marcharse.
Cuando los vasos chocaron, ella, que hasta el ultimo día de sus noventa y dos años
había tomado el whisky de las ocho
y rezado el rosario de la mañana
habrá comprendido porqué su misión en la tierra
ya estaba debidamente cumplida.

6 comments:

Maro said...

Fiera querido!
Hacer un fresco de las experiencias familiares no es tarea fácil. No cuando se quiere involucrar al lector en el contexto de una vivencia tan personal.
A mí me metiste hasta el gaznate en el depto de la Avenida Caseros. En la celebración pagana de una familia tradicional.
Lo sacro y lo profano de la mano, al ritmo de una ciudad como no hay dos.

Sancho said...

El olor del nectar de Caseros y la historia que destapó su corcho han llegado hasta acá. Alabado sea, dijo el monje que habita esa botella cerámica. Yo sabía que ibas a sacrle jugo al verdadero oro líquido.

Nachete said...

Fiera, esto que has escrito es de "pata negra". Por ejemplo, la primera infinita frase es un acto de habilidad y dominio del lenguaje que me maravilla.

Y todo lo demás.

Anonymous said...

Excelente!!! Coincido plenamente con el resto, es increíble como tenés la habilidad de describir las situaciones de manera tal que uno siente haber estado ahí.

Gilgalad said...

Que bueno que es esto. Vos sí que sos un tipo que sabe elegir ceremonias eh!

Homero Beltrán said...

el whisky de las 8, quien pudiera...